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La dimisión de Hugo Chávez

Gilberto Serna

No creo que el actual presidente de Venezuela Hugo Chávez se queje de lo que está sucediendo. Pues al fin y al cabo es una sopa de su propio chocolate. La primera vez que supimos de él encabezaba una revuelta con tintes de asonada contra las instituciones establecidas, a cuya cabeza se encontraba un mandatario elegido legalmente. Lo mismo le están haciendo ahora sus contrincantes quienes están más que decididos a darle un Golpe de Estado con la variante en esta vez de que están propiciando un caos político, económico y social que lo obligue a renunciar. No desean tirarlo del Palacio de Miraflores por la ventana sino que se vaya dejando vacante la presidencia para evitar -el nuevo régimen que vendría a substituirlo- sanciones económicas que le aplicarían instituciones internacionales. Los que conocen de estos asuntos no se preguntan si va a dimitir sino cuándo lo hará.

Después de todo quienes lo quieren desbancar son los grandes intereses del capitalismo mundial que no desean en el continente, estimándolo de su propiedad, que surjan gobiernos que apliquen medidas contrarias a sus políticas económicas. Los grandes empresarios no quieren cambios en su país que puedan perjudicar sus negocios. No se puede dudar que detrás de ellos se encuentren agencias creadas por los Estados Unidos para someter cualquier esfuerzo que vaya dirigido a decidir su propio destino con criterios de recuperación económica para las masas populares. Lo que menos importa es que Hugo Chávez haya participado en una contienda electoral que legitimó su ascenso al poder. El que no quiera seguir los modelos económicos de quien se siente dueño de los destinos de los latinoamericanos carece de futuro en este lado del mundo.

No va a ser fácil lograr que voluntariamente abandone el cargo. Lo que sus adversarios quieren propiciar es un repudio popular. Que quien le apoya se decepcione a fuerza de inmovilizarle al país. En estos días se cumplen 20 días de que se inició un paro que casi ha paralizado a la industria petrolera venezolana. El todavía presidente Hugo Chávez conserva un gran número de simpatizantes, teniendo al ejército de su lado. Eso lo ha mantenido, hasta ahora, a salvo de las andanadas que en su contra le han lanzado enemigos emboscados. Pero es el caso que la anarquía que están provocando quienes están decididos a todo, puede conducir a un magnicidio. La sombra de Salvador Allende flota en el enrarecido ambiente que hoy domina el escenario en las calles de aquel país hermano.

El gobierno de los Estados Unidos propuso en una posición que ha hecho suya la Organización de Estado Americano (OEA) una solución electoral como remedio a la crisis que azota a aquella nación. Es el preámbulo a una intervención directa si Hugo Chávez resuelve quedarse. Sería tonto ignorar que ese organismo obedece a los dictados de la Casa Blanca. Es de pura lógica que si el padre ordenó que se invadiera a Panamá para torcerle el cuello a Noriega, por qué debería negársele ese derecho al junior de acabar con este foco de insurrección. En fin, como diría nuestro canciller Jorge Castañeda, viendo lo que pasa allá, debemos alinearnos con EU, ¡nos conviene!

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