Durante muchos años se ha estado hablando de la crisis de la educación. Hace 30 años se emprendió una reforma educativa; pero con ella la crisis se agravó. Se convirtió en una crisis extensa, profunda y persistente que afectó a todos los niveles educativos. Se afirmaba que el desolador panorama en el sector educativo ha estado permeado por la baja calidad de sus servicios.
Son muchos los síntomas de la crisis educativa. Pero lo más grave de todos ellos es la evidente falta de fe y de emoción en el poder transformador de la educación. Apropiadamente muchos educadores han considerado que una tarea fundamental en el sector educativo es lograr que vuelva la emoción, el entusiasmo, la mística que se ha ausentado en la educación, con la conciencia de lo que en ella se juega y que es nada menos que el destino de México.
Desgraciadamente entre algunos educadores se ha desarrollado una corriente que ha roto con las bases de la mística educativa. Muchos le niegan a la educación su poder transformador y enaltecedor de la vida colectiva. Conciben a la escuela como simple reproductora social. Con una idea inmovilista del mundo y la vida, se argumenta que en un país como el nuestro con la educación se reproducen los mecanismos de dominación que perpetúan las injustas estructuras sociales. Luego han inventado la teoría del currículo oculto para formar dóciles elementos de explotación.
El patriarca de la escuela rural mexicana, don Rafael Ramírez, uno de los gigantes en la historia de la educación mexicana, llegó a decir que muchos de los que prestan sus servicios en el campo educacional carecen en absoluto de una teoría general filosófica acerca de sus tareas. Realizan su trabajo mecánicamente para cobrar un sueldo, pero ignoran el significado de lo que hacen.
Dentro del sector educativo y fuera de él, no se ha logrado establecer un consenso cabal sobre la importancia social de las tareas educativas. Algunos educadores jamás se han puesto a reflexionar sobre el valor que tiene la educación. Otros no sólo le niegan su poder transformador, sino además llegan a una conclusión pesimista: dicen que mejorar la educación contribuye a fortalecer la reproducción de las estructuras injustas dominantes.
Se olvida que en la naturaleza, en la sociedad y en el pensamiento, todo se transforma. Se desconoce que la educación más que reproductora social, es un poderoso factor de renovación de la vida colectiva. No se entiende que la educación no sólo reproduce. Es fundamentalmente un proceso de cambio y de transformación que lleva a las nuevas generaciones conocimientos, usos y formas de vida superiores.
Para superar la crisis de la educación, modernizarla y elevar su calies necesario crear en todas las escuelas un orden de trabajo y un ambiente de laboriosidad. Pero ello sólo se logra con la voluntad favorable y la mística de servicios del maestro. No es posible organizar un trabajo de calidad, creador y fructífero cuando falta la fe, la emoción, la ideología, la mística en la educación.
Hoy lo fundamental es reconstruir, esclarecer y desarrollar la filosofía, la teoría, el discurso y la práctica de la educación mexicana. La reorganización del sistema escolar y todas las tareas para elevar su calidad, deben sustentarse en los más altos valores educativos y especialmente en la filosofía de la educación nacional.
Toda la reorganización del sistema escolar y la revisión de los contenidos, programas y métodos educativos, dentro del proceso de modernización educativa, deben identificarse con los principios y valores que los mexicanos proclamamos en nuestra Constitución Política. Para superar la crisis educativa es necesario, como condición primera, recobrar la fe y la emoción en la educación. Esta es la condición necesaria para restablecer y desarrollar sistemas de gestión de calidad en los planteles educativos.