Gómez Palacio

La enseñanza no les llega a niños pobres

GÓMEZ PALACIO, DGO.- El pasado viernes, muchos niños no fueron a la escuela por la lluvia ligera, José Daniel tampoco asistió a clases, dice que no le importa el clima, sino la precaria situación de su salón, donde el agua y el lodo hacen imposible la estancia.

Vistiendo sólo una camisa de manga larga color azul y un pantalón de mezclilla, el niño de once años dice que cursa el segundo año de primaria, su hermano Jorge se acerca cargando en hombros al pequeño Juan Ramón de un año.

“Ésa es mi escuela”, dice José Daniel al momento que señala unas vallas de cartón y madera, al fondo se ven tres cuartitos de block pero sólo uno tiene techo.

Con los tenis llenos de lodo, el niño tambalea al caminar, las calles de su colonia no están pavimentadas y la lluvia hace difícil el tránsito a la escuela.

“Los maestros sí vinieron pero se fueron porque no había niños, fuimos muy poquitos y además todas las bancas se mojaron”, dice José Daniel.

En la escuela, más de 40 mesabancos están inhabilitados, unos se quemaron y otros están desoldados, son pocas las sillas que sirven y la demanda de alumnos es considerable.

Pegado a una pared está un pedazo de lo que alguna vez fue un pizarrón, ahí está la tarea, una serie de 7 en 7 hasta el 700, en el suelo, un libro de español de sexto grado el agua ya se encargó de dañarlo.

Juan Ramón tiene 7 años y dice que no va a la escuela, su hermano mayor lo contradice y comenta que sí va a clases pero que siempre le da flojera.

“Mis hermanas van al kinder”, dice José Daniel, mientras señala a dos niñas de cabello claro que abrigadas con ropa empalmada y suéteres de colores corren a encontrarlos.

Imelda es la más grande, tiene 6 años, Lupita tiene 4 años, la pequeña se queda atrás, está esperando a su madre quien finalmente sale y se encamina a la carretera.

Con un lonche en una bolsa de plástico, Antonia se presenta como la madre de todos los niños, ella es de Aguascalientes y tiene 26 años.

“La cosa está muy difícil, batallo mucho, los niños sí van a la escuela pero creo que con el incendio se les quemaron hasta los cuadernos”, dice la madre, una mujer delgada, de tez morena, cabello largo y una forma muy peculiar al hablar.

En su mano tiene un gafete para visita del Centro de Readaptación Social (Cereso), “ahorita vamos a ver a mi esposo, está en cárcel acusado de un delito que no cometió, dicen que robó en San Antonio, pero no es cierto”.

Para obtener el ingreso familiar, Antonia vende elotes, dice que con la lluvia los días son malos para la venta, “con lo que saco vuelvo a surtir y lo que sobra es para la comida”, comenta la joven madre.

Cuando la familia es grande, los hijos mayores corren más riesgo de no terminar sus estudios, deben trabajar lo más pronto posible y dejar de ser una carga para aligerar el sustento de todos.

Antonia sabe que sus niños mayores van a tener que buscar algún trabajo pronto, actualmente les cuesta asistir a la escuela, el problema además del dinero son las malas condiciones del inmueble, con un panorama así, “es mejor ponerse a trabajar que ocupar el tiempo en otras cosas”, comenta Antonia.

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