La noticia más importante de la semana es, evidentemente, el Informe presidencial.
Ante la acometida casi general de los medios de comunicación en contra de la actuación del Presidente, el mismo día del Informe, una encuesta realizada por un diario de la capital reportaba que más del sesenta por ciento de los encuestados respondieron que el presidente estaba realizando un buen trabajo.
El Informe fue parco, -sesenta y tres minutos- con una cascada de datos sobre la realidad de México. El hecho que al desgranarla el Presidente no haya encontrado gritos o abucheos de la oposición parecería indicar que los datos ofrecidos son correctos y verificables.
300,000 créditos para vivienda, con el objetivo de llegar a un millón por año al final del sexenio, la construcción de 175 nuevos hospitales, de miles de nuevas aulas para escuelas, de 175,000 bibliotecas escolares, el inicio de la construcción de nuevas carreteras, la reducción paulatina de las tasas de interés, la estabilidad monetaria, las reservas del país que rebasan los 40,000 millones de dólares, la recuperación de más de 250,000 empleos de enero a la fecha certificados por las listas de inscripción del Seguro Social, el crecimiento módico del salario, los 31,000 millones de dólares de inversión extranjera directa en los últimos 18 meses, el otorgamiento de cientos de miles de créditos a los campesinos y a los interesados de iniciar su propio negocio, el inicio de cinco nuevos megaproyectos turísticos, manifiestan la solidez y estabilidad económica del país.
El Presidente reconoció que queda todavía mucho por hacer en seguridad en educación, en la promoción de 57 millones de pobres, siendo como somos la novena economía del mundo.
Más que todo esto, lo importante del Informe fue la mano tendida. Su mensaje político fue “demos oportunidad a la democracia”, apelando a la corresponsabilidad de los poderes públicos para construir un México mejor. En el respeto de las diferencias ideológicas y de partido es posible y necesario no solamente dialogar, sino llegar a acuerdos.
La cena ofrecida a los principales representantes de los partidos de los partidos políticos que tuvo lugar dos días antes del Informe, con un diálogo abierto que duró más de tres horas, parecería ser el origen de un diálogo. Así lo manifestó en forma clara y elegante Beatriz paredes en su contestación al Informe. Parece que finalmente el PAN y el PRI, están dispuestos a concretar alianzas para aterrizar las reformas estructurales necesarias.
Mientras esto sucede, hay avances en las resoluciones comerciales de México con otros países.
Con Chile se han firmado acuerdos para que en forma conjunta México y Chile abran nuevos mercados en Estados Unidos. La fuerza económica de Chile es fundamentalmente alimenticia. La asociación de compañías mexicanas y chilenas abre nuevas posibilidades de exportación hacia América del Norte.
Con Brasil la situación ha cambiado radicalmente, Brasil está promoviendo un tratado de Libre Comercio con México. Hasta ahora, la política de Brasil era de poca apertura a las importaciones, y su centro de interés era más bien Europa. Un Tratado de Libre Comercio entre México y Brasil, las dos economías más grandes de América Latina, iniciaría la integración del subcontinente.
En ambos casos México tiene un déficit importante en su comercio con estos dos países y además se trata de relaciones comerciales marginales: 0.3% con Brasil, 3% con Chile. Si un Tratado de Libre Comercio con estos dos países creciera al ritmo que creció el Tratado con Estados Unidos y Canadá, estaríamos hablando de una perspectiva interesante, para un futuro cercano.
En los dos casos las negociaciones ya están en curso y es posible que para fin de año se comiencen a firmar los primeros acuerdos.
México está también iniciando negociaciones con Japón para un Tratado de Libre Comercio. Japón ha aceptado iniciar el diálogo y aunque las perspectivas son a 18 meses, un tratado con Japón sería extraordinariamente interesante para México. Crecerían las inversiones japonesas en México para fabricar aquí un sinnúmero de mercancías. Fabricadas aquí, entrarían sin aranceles a Estados Unidos y Canadá, lo que repercutiría, por un lado, en un crecimiento importante en puestos de trabajo, y por otro, el nacimiento de nuevas industrias mexicanas, alimentadoras de las grandes empresas japonesas.