POR: CRISTAL BARRIENTOS TORRES
FOTOS: JULIO HERNÁNDEZ
EL SIGLO DE TORREÓN
CUATROCIÉNEGAS,COAH.-Los con-trastes: a la altura del kilómetro 132 de la carretera 30, se forja uno de los proyectos económicos más ambiciosos de la Cuenca Lechera. A un costado, cinco comunidades rurales se encuentran en la pobreza extrema.
Los ejidos del Valle de El Hundido tienen algo en común: casas construidas con adobe a punto de caer, niños que juegan con balones viejos para matar el tiempo, mientras sus padres pasan la mayor parte del día en los cerros buscando candelilla, hasta ahora su única fuente de empleo.
En el ejido Tanque Nuevo el tiempo parece haberse detenido. Muchas personas dejan pasar las horas platican-do, otros con más necesidad, desde temprana hora se levantaron para ir en busca de la candelilla. Y es que dicen, ya no es tan fácil encontrarla. El comisariado ejidal de Tanque Nuevo, no está. Los vecinos dicen que su esposa se enfermó y la llevó de emergencia al Seguro Social. Nadie quiere hablar. Se niegan a decir lo que saben o piensan sobre la pretensión de sembrar miles de hectáreas de alfalfa y otros forrajes en el Valle de El Hundido.
Si no fuera por la corrupción, dice un ejidatario, hablaría. Con el sudor pegado a la frente, el ejidatario ríe, está
nervioso. Ni siquiera quiere bajar de la camioneta. Se niega a decir su nombre porque asegura, en el ejido Tanque Nuevo todo es corrupción.
?A mi modo de pensar creo que los lecheros, ésos que nos compraron las tierras, les dieron dinero a varias personas del rancho para que nos convencieran de vender, sobre todo ese señor Gustavo Díaz de León, siempre estuvo insiste que insiste?.
Cuando los lecheros llegaron a comprar las tierras, dice, todos fueron convocados por el comisariado ejidal, pero
a la hora de emplear a los campesinos sólo unos cuántos fueron los elegidos.
¿Cuántas hectáreas les vendió a los lecheros?
?No supe en realidad cuánto les vendí, pero sí vendí?.
¿Le pagaron bien por sus tierras?
?Sí nos dieron dinero, bueno, nos dieron como unos 30 mil pesos, pero a lo mejor más o la mejor menos?.
¿Qué pasó después de vender sus tierras?
?No sé, yo he estado con mucha gente que está a disgusto, pero con tanta corrupción no puede uno, si yo supiera que no existe eso yo dijera la verdad pero luego me va a agarrar coraje la gente de mi pueblo, la verdad es que los lecheros nos compraron a todos, pero no tienen trabajo para todos?.
¿Cuántos días trabajó con los productores?
?Tres días, me dieron 70 pesos por día, es que ese señor, Gustavo Díaz de León, trajo su propia gente para trabajar y nos desocupó a muchos, a casi todos?.
¿La gente de Tanque Nuevo no tiene miedo de que el agua se acabe?
?Quién sabe, pero ahí donde están sembrando había plantitas muy bonitas. Ellos nos dijeron que les vendiéramos y que luego nos iban a dar trabajo, creímos que nos íbamos a olvidar de la candelilla, pero no?.
¿Usted quiere que los productores se queden en el Valle de El Hundido?
?Sí, pero que hagan con-ciencia, todos necesitamos trabajo, además que tomen en cuenta a los otros ejidatarios que tienen establos, por eso del nivel del agua, como quiera pues es mucha la afectación desde allá hasta acá y a la mejor se la acaban pronto?.
Cerros Prietos,la misma gata pero revolcada.
Cerros Prietos se encuentra a varios kilómetros de distancia de la carretera 30. Del desmonte de tierras y la siembra de alfalfa de los lecheros, lo separa unos cuantos metros, de hecho, sólo una cerca de postes
y alambres de púas. A lo lejos, un grupo de campesinos trabaja. Ellos también decidieron delimitar su ejido de
donde se pretende establecer la Cuenca Lechera. Sus rostros están sombríos, tal vez por la
mezcla de sudor y tierra. Se ve que hace mucho tiempo no se cambian de ropa y que hace
más, no se compran zapatos. Para don Encarnación Rosas todo es una ironía: los ambientalistas ahora se quejan del desmonte de tierras y la siembra de alfalfa, pero nunca antes se preocuparon si los campesinos del Valle de El Hundido tenían o no qué comer, ni si-quiera las autoridades.
Desde hace seis meses y por 500 pesos a la semana, don Encarnación trabajaba para los lecheros, trabajaba porque hace unos días todos los campesinos de Cerros Prietos fueron despedidos.
?Nosotros ayudamos a des-montar las tierras y a quemar las plantas, habían dicho que nos iban a dar también Seguro Social pero nada, sólo a los capa-taces pero a nosotros no, según el señor Gustavo Díaz de León ya nos iban a dar ese servicio?.
Todos, dice, están preocupados porque a los productores lecheros ya no les quieren dar permiso de continuar desmontando y sembrando alfalfa.
Cuando los productores todavía no se interesaban en comprar las tierras del Valle de El Hundido, los campesinos de Cerros Prietos se ganaban la vida recolectando y que-mando la Candelilla.
?No sé por qué hicieron eso de parar todo, nosotros estábamos sacando nuestro sustento y ahora qué vamos a hacer, si el Gobierno nunca nos quiso ayudar ni para perforar un pozo y así trabajar nuestras tierras?.
Otra ironía: mientras los productores lecheros se interesan en el Valle de El Hundido porque aquí el agua abunda, los campesinos nunca tuvieron dinero siquiera para perforar un pozo. Para beber tienen que bombearla a dos kilómetros de distancia de Cerros Prietos. Juan Manuel Imperial se enfurece. Quiere trabajo y considera injusta la preocupación de los ambientalistas: ?por qué no se preocuparon por nosotros cuando nos estábamos muriendo
de hambre y no teníamos dinero ni para curar a los niños cuando se enfermaban?. Juan Manuel al igual que el
resto de los campesinos vendió diez hectáreas. Por cada una les pagaron dos mil 100 pesos, es decir, por su único patrimonio, heredado de generación en gene-ración, recibieron 21 mil pesos.
?Nosotros nunca íbamos a usar esas tierras, cómo si no teníamos agua para trabajar, o sea que el Gobierno nunca nos ha ayudado con ninguna perforación para eso, nosotros les pedimos dos perforaciones hace diez años y hasta ahora nunca nos han ayudado?. Y añade: ?en las tierras que nosotros vendimos no había de esas plantas que hay que cuidar mucho, era pura gobernadora, eso fue lo que desmontaron, vendimos porque no nos quedó de otra y porque queremos una fuente de trabajo, nada más por eso lo hicimos?.
Juan Manuel piensa en los beneficios que traerá para Cerros Prietos la siembra de alfalfa en el Valle de El Hundido: ?los productores van a tener que electrificar, así ya vamos a poder tener luz nosotros, tal vez hasta
pavimenten la carretera, la de terracería, además tendríamos la comida segura, a veces ni siquiera nos alcanzaba para comprar frijol y tortillas?.
Recibir un salario de 500 pesos por semana para Juan Manuel era una bendición. Y es que dice, por la venta de la candelilla no sacaba ni para comer menos para comprar ropa o
zapatos. ?Esas tierras para nosotros cuándo iban a valer, nunca, nosotros no las íbamos a hacer producir porque no tenemos el modo, la verdad no creo eso de que se acabe el agua?. Don Lorenzo Gaytán también quiera hablar. Dice que durante años, casi 40, todos los campesinos soñaron con producir sus tierras, nunca lo lograron: ?hoy que alguien ha puesto sus ojos en esta tierra y que traería beneficios para todos, se oponen?. La candelilla, dice, ya no se consigue y su precio está muy por abajo del valor real: ?para
conseguirla tenemos que trabajar muy duro y por muchas horas, de sol a sol, para sacar al final una miseria.?.
Don Lorenzo al igual que Juan Manuel, piensa en ese sueldo seguro de 500 pesos, en el servicio médico que los productores les prometieron, en muchas cosas que podrían tener y que nunca han tenido. ¿Y si el agua se acaba pronto? No, el agua no se va a acabar, asegura don Lorenzo.