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La moneda en el aire/Diálogos

Yamil Darwich

Durante mucho tiempo hemos hablado sobre la manera en que México fue despojado de casi la mitad de su territorio nacional por los Estados Unidos de Norteamérica.

En fechas recientes han aparecido varias publicaciones que tratan el tema, la última de ellas: “México Secreto”, de Francisco Martín Moreno; en otras se comenta abiertamente la estrategia que siguieron nuestros vecinos del norte para ocupar los territorios aún coloniales, con facinerosos y bandoleros emigrados de Luisiana, que eran perseguidos por las leyes norteamericanas por delitos cometidos, insistiendo en que se hablara el idioma inglés y buscando por todos los medios que se establecieran y se arraigaran para ocupar la tierra; al respecto, mucho podemos aprender de La Historia de Coahuila, editada por el Fondo de Cultura Económica, donde aparecen denuncias veladas y otras claramente escritas sobre sucesos y personajes del Estado de Texas - Coahuila.

Lo anterior lo traigo a colación, luego de leer la nota periodística sobre los resultados de la Encuesta Nacional sobre Latinos 2002, efectuada en EUA por el Pew Hispanic Center y la Fundación de la Familia Henry J. Kaiser, que nos lleva a reflexionar sobre el futuro de los México-norteamericanos y sus hijos.

En general refieren que los jóvenes de origen latino se adaptan rápidamente al estilo de vida anglosajona, hablando cada vez más inglés y dejando de utilizar el castellano para comunicarse, aunque una parte de ellos, el 17 por ciento, utilizan preferentemente su idioma de origen.

El 80 por ciento justifica su estancia en el país del norte en base a las mayores oportunidades de estudio y trabajo, lo que nos remite a la reflexión de la realidad de nuestra pobreza económica, pero también a la fuerza de nuestra cultura y tradición, incluidos los valores familiares y sociales, de los que somos mucho más ricos que los anglos.

No se visualizan identificados con los anglosajones en intereses políticos y sociales, cosa nada discutible si tomamos en cuenta las grandes diferencias en valores, particularmente los familiares.

Los latinos seguimos siendo más unidos en el seno familiar y consecuentemente estamos más fortalecidos en relación a sentimientos de unión y seguridad personal, así como valores morales y religiosos, hecho que se hace más evidente en las nuevas generaciones.

El 83 por ciento se refiere a la discriminación como una realidad y el 47 por ciento define el problema como severo, pudiendo concluir hipotéticamente que en consecuencia aparecerán resentimientos por las diferencias de trato, ya sea en mayor o menor grado.

Cuando les preguntaron el porqué de esa discriminación, refirieron que es por el manejo del idioma castellano y/o su apariencia física.

El 56 por ciento cree que sus hijos vivirán los mismos valores que ellos importaron de Latinoamérica y el 89 por ciento de los entrevistados afirmaron que los familiares son más importantes que los amigos, que contrastada contra el 67 por ciento de los anglosajones nos da una referencia de mayor cohesión familiar.

Con las cifras anteriores podemos proponer como una hipótesis a demostrar que la riqueza de los valores sociales y familiares de los latinos sigue siendo una clara defensa contra el individualismo y los riesgos que éste representa y que padecen con mayor frecuencia los norteamericanos de origen anglosajón, que acostumbrados a vivir solos desde jóvenes, depender de sí mismos principalmente en cuestiones afectivas y a tomar sus propias decisiones basadas en sus particulares intereses, carecen del alimento afectivo y espiritual del que disfrutamos los latinos, aún y toda nuestra pobreza material. Tampoco podemos dejar de reconocer el retraso que en cuestiones de madurez y responsabilidad puede generarnos ese hecho.

Resurge la importancia de la educación familiar, la promoción de los valores sociales y la riqueza en cuestiones emocionales que nos representa vivir hasta ya edades tardías, de adultos jóvenes, en el seno familiar, realidad que ha sido reconocida como una fortaleza a imitar en nuestra cultura de latinos.

Como titulé el artículo, “la moneda está en el aire” y en un futuro próximo habremos de saber si los norteamericanos terminan por absorber a los hijos de los emigrados latinos, entre ellos nuestros compatriotas mexicanos, o habrán de hacerse valer nuestros valores sociales y familiares e influir, para bien, a la sociedad consumista norteamericana.

Tal vez resulte cierto el vaticinio de que en unos pocos años encontraremos ciudades y estados federales de los Estados Unidos con gobernantes latinos, como ya empiezan a existir, respondiendo a la demanda de atender a las necesidades afectivas de los usos y las costumbres de los latinoamericanos; y no vaya a ser que se repita la historia de la Grecia antigua que, una vez conquistada por las armas de los romanos, terminó siendo transmisora de su cultura a aquel pueblo guerrero, al que le imbuyó su cultura. ¿qué piensa?ydarwich@ual.mx

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