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La mujer del César

Gilberto Serna

Hay dos cosas que no encajan en los procesos que se siguen en un tribunal militar en contra de los generales Francisco Humberto Quirós Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro, por haberle dado protección al Cártel de Juárez de Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos” y por delitos de privación ilegal de la libertad, lesiones y abuso de autoridad cometidos durante lo que se ha dado en llamar la Guerra Sucia. La primera cosa es que se les ha dictado sentencia condenatoria en un proceso sumario en que resaltan las declaraciones de un testigo protegido y la posesión de dos vehículos a los que por su costo no podían tener acceso los militares. Lo cierto es que hay escasez de pruebas que demuestren, fuera de toda duda, la culpabilidad de ambos generales.

¿Habrá algo que va más allá de lo que es la estricta búsqueda de la justicia o simplemente estamos extrañados de que se haya ventilado un proceso contra militares de alta graduación? Lo cierto es que no se encontraron cuentas bancarias, con fuertes depósitos, que hubieran demostrado que recibieron parte de las ganancias de lo que produce el bajo mundo de las drogas. Lo que parece ser es que hubo una orden para que, en la lucha sin cuartel que ha emprendido el régimen contra el narcotráfico, se les castigara con base en lo que hubiera, sin importar la carencia de elementos probatorios, dejándose constancia de que las autoridades en este país están en contra de la corrupción sin que haya impunidad para nadie. O bien será que los militares togados pensaron que había que escarmentar porque en la disciplina castrense, al igual que en el caso de la mujer del César, el militar no sólo debe ser honrado sino también parecerlo.

El homicidio calificado de 143 presuntos guerrilleros, en el estado de Guerrero cuyo delito se dice ha prescrito, pero no así el de privación ilegal de la libertad, parece ser el siguiente paso a seguir contra los generales Quirós y Acosta. Aquí habría que inquirir si tratándose personas que se rigen por un código militar por cuanto a la obediencia ¿no estarían cumpliendo órdenes? ¿Un soldado, no importando su graduación, puede ignorar la orden de un superior? Y la pregunta más relevante ¿fueron ascendidos a generales de tres estrellas sin que hubieran demostrado el más leve grado de corrupción durante toda su carrera de las armas? Que nos lleva de la mano a la siguiente cuestión: ¿se volvieron malvados al final de sus trayectorias? Y lo peor de todo es: ¿se les castigará con apoyo en un testimonio tan controvertible como el de Gustavo Tarín Chávez? -un sujeto de pasado tenebroso a quien se le relaciona con el tráfico de estupefacientes- cuyo dicho sirvió para dictarles sentencia condenatoria por el delito de narcotráfico. Estamos bordando en el vacío. Pues a lo mejor las actuaciones que integran el expediente contienen pruebas irrebatibles de que en efecto protegían al “Cártel de Juárez,” así como también existen pruebas de que son responsables de los secuestros que se les atribuyen. Eso es algo que no debe descartarse. Tampoco que efectivamente sean autores de esos delitos. Lo que en verdad nos deja súpitos, es que el Gobierno se atreva a desafiar al único poder real que hay en México, que es el poder de las armas, dictando una sentencia que puede ser revocada en el futuro por un tribunal de alzada. A unos militares de ese rango no se les puede castigar nomás por que sí. Se requiere una demostración plena de su culpabilidad, -en este caso si la hay qué bueno- pues podrá decirse que nadie está por encima de la ley. Pero si no, hemos de pensar que hay algo turbio que no queremos ni imaginar.

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