Finanzas Betzabé Martínez Finanzas personales Aguinaldo ARANCELES CANACINTRA

La (muy triste) historia sin fin

ENRIQUE ESTRADA ANTÚNEZ

Los pagadores de impuestos siempre nos hemos preguntado por qué la labor fiscalizadora del Gobierno en todos sus niveles ?Federación, Estados y Municipios- siempre se ejerce sobre los que estamos contribuyendo, mientras que los no pagadores de impuestos andan por ahí tan tranquilos. Los contribuyentes, aunque muchos no lo consideren así, requieren de llevar contabilidad en los términos de las disposiciones fiscales y llenar avisos y declaraciones ?ya ni comentamos los mil problemas que están surgiendo con las famosas declaraciones presentadas a través de INTERNET porque se nos acaba el espacio-, y aparte de todo eso están sujetos a sufrir en cualquier tiempo de las dolorosas revisiones a sus registros por parte de las distintas autoridades fiscalizadoras.

En consecuencia, un contribuyente debe desarrollar su actividad observando lo dispuesto por las distintas leyes, códigos, decretos, reglas misceláneas y, por si fuera poco, las autoridades pretenden que se cumpla, además, con lo dispuesto por su normatividad. Por su parte los no contribuyentes ?para efectos de esta colaboración entiéndase como no contribuyentes a los que debiendo contribuir no lo hacen como todos los que se encuentran en la economía informal- no tienen el problema de fallar en la aplicación de ninguna norma, no enfrentan a las autoridades y no son sujetos de sus presunciones. Se tiene que hacer algo para que el gobierno entienda lo importante que es en este momento examinar dicha problemática a detalle. Los contribuyentes han pasado los últimos años siendo victimas de campañas de terrorismo fiscal y soportando revisiones que, en la mayoría de los casos, pretenden encontrar omisiones donde no las hay. Todos sabemos que ?contribuir corresponde? y que dicha contribución debe hacerse en la forma ?proporcional? y ?equitativa? que ?dispongan las leyes? y de hecho los contribuyentes se esfuerzan en cumplir, por lo que no se vale que, habiendo omisión o no, las autoridades utilicen su ?fuerza? en exceso, sin considerar las condiciones de cada caso en particular, para destruir negocios generadores de contribuciones, de empleos y que, en general, permiten el crecimiento de la economía. Si alguien tuviera la respuesta a lo anterior, sería conveniente que se la hiciera llegar a nuestros representantes en el congreso quienes, previo análisis, deberían tomar las medidas necesarias para que disminuyera el número de contribuyentes que se tienen que preocupar por las distintas autoridades. Yo no sé, ¿quién puede saberlo?, qué tan rentable resulta hostigar a los mismos de siempre bajo el marco de campañas de terrorismo fiscal pero, al parecer, resulta bastante rentable ya que si no fuera así no se invertiría tanto en publicidad ni en el personal encargado de llevar a cabo dichas campañas. Tarde o temprano, desgraciadamente creemos que más tarde que temprano, llegará el día en que el gobierno deje de jugar al gato y al ratón con los contribuyentes; pero el fin del juego no puede ser por decreto sino que debe darse como resultado de la toma de las decisiones correctas y oportunas en la materia fiscal de manera que se incremente la base de contribuyentes y no se abuse de los mismos de siempre. Es deseable, además, que el gobierno optimice el costo de la recaudación, ¿cómo? La tarea, para empezar, sería ponerse a estudiar los textos de Adam Smith que aunque son del siglo XVIII todavía siguen vigentes. Las leyes, incluyendo las fiscales, deberían ser simples, de fácil comprensión, razonables y lógicas. Pero no, aquí los legisladores parecen empeñados en que sólo unos cuantos puedan llegar a comprender lo que quisieron decir a través de esas redacciones tan ambiguas que, a más de dos, inducen a error. Lo peor de todo es que ni los mismos funcionarios ?ya no digo servidores públicos porque no pueden o no quieren asimilar el concepto- logran llegar a entender las leyes cuya aplicación están vigilando. Y este asunto de las leyes poco claras se complica todavía más cuando el funcionario fiscalizador carece de título profesional, o sí lo tiene no guarda ninguna relación con la función que desempeña, o tal vez le pasó de noche la universidad, también hay los llamados ?licenciados? que tal vez sí lo sean pero en ciencias ocultas porque la verdad sus ?criterios? están para llorar; y por supuesto que debemos reconocer que hay sus muy honrosas y escasas excepciones. Para terminar con este pequeño repaso a nuestra tristísima y repetitiva historia podemos concluir que la cosa es sencilla, cuando se presiona sin medida mediante la aplicación de leyes oscuras aplicadas por funcionarios no calificados, los resultados obtenidos son una baja recaudación, un nulo crecimiento económico, aumento del desempleo y un deterioro en los servicios públicos. En este sentido es aplicable aquello de que entre más se conoce del tema, más se desearía no saber nada acerca del mismo.

e-mail: eea@prodigy.net.mx

Leer más de Finanzas

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Finanzas

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 3831

elsiglo.mx