México.- Bajo la premisa de que la poesía es un arte gozoso que requiere invadir las calles y ser creado por todos, surgió el Primer Concurso de Poesía "Emilio Covarrubias G.", que ahora rinde sus primeros frutos con cinco ganadores, amantes de la palabra.
Sin contar con una incursión previa en el ámbito literario, Rocío Tame y Ricardo Jiménez González resultaron triunfadores de este concurso que recibió cerca de 50 poemarios escritos por personas lo mismo jóvenes que ya no tanto y con diversas tareas profesionales.
Porfirio García, integrante de Escritores en Construcción Asociación, y organizador del certamen expresó que en un inicio éste concurso iba dirigido a los habitantes de ciudad Nezahualcóyotl, sin embargo, "traspaso las fronteras del oriente, lo que no esperábamos.
"Tal respuesta nos vino a demostrar lo acertado de nuestra idea, la poesía no es de unos cuantos, ni los poetas sólo se leen entre sí, como señalaba Zaid. El obrero, el ama de casa y el joven estudiante también expresan sus sentimientos mediante la palabra escrita", dijo.
El primer concurso de poesía "Emilio Covarrubias G" se traduce también en la publicación de un libro que reúne 32 poemas, trabajos que valieron el reconocimiento a David Baltasar Villavicencio, Ricardo Guzmán Wolffer y José Luis Arteaga, otros de los ganadores.
A decir del escritor Conde Ortega, este premio se erige como un intento por descentralizar la cultura, ya que ésta se concentra en la parte sur de la ciudad de México y "totalmente olvidada de la necesidad de espacios para los `bárbaros' del norte y el oriente.
"`Minezota', `Nezayork'... la ciudad polvo, territorio apache que ahora nos demuestra sus inquietudes literarias en la espera de la palabra precisa, en la necesidad de romper con la perspectiva inequívoca de que todo está cada vez peor", señaló.
El poeta sostuvo que los trabajos demuestran propuestas estructurales y de vida, fincadas "en la procedencia nunca repetida, siempre llena de experiencias ordinarias que se vuelven mágicas en manos de la poesía".
Así, en el libro se puede encontrar la angustia existencial de Rocío Tame a través de un ritmo sostenido, armonioso; las alegorías Buñuelescas de Jiménez González; y la embriaguez trasnochada al estilo de Bukowski y Baudelaire, reinante en la obra de Ricardo Guzmám.
Ricardo Jiménez dijo que la poesía debe escapar de la comercialización y los cotos preferenciales, del privilegio ganado por el "amiguismo" y no por el talento.
"Necesitamos proyectos independientes, con autenticidad, que luchen contra el supuesto caos existente en el medio, creado por la propia política cultural, para que dejemos de hacer las cosas".
El premio "Emilio Covarrubias G" es un estímulo para continuar "en esta causa que muchos consideran perdida, porque cuenta con muy poca difusión, lo que no significa que sea menos trascendente en el mundo de la literatura", puntuallizó.