Desde el pasado miércoles 3 de septiembre tiene lugar en Saltillo un Coloquio internacional de historia con el tema “La Revolución Mexicana en la perspectiva del siglo XXI” El evento es organizado por el Centro Cultural Vito Alessio Robles, como marco para la entrega de la presea anual que lleva el nombre de don Vito, discernida en éste 2002 a Mario Cerutti, historiador de origen argentino, avecindado desde hace muchos años en Nuevo León.
Con estos dos motivos Javier Villarreal Lozano, director del CCVAR, invitó a diversos y acuciosos historiadores para debatir la actual óptica sobre la Revolución Mexicana, después de dos impactantes acontecimientos. Nombres como Friederick Katz, Laura Alarcón Menchaca, William H. Beezley, Luis F. Barrón, Arturo Grunstein Dickter, Josefina Moguel Flores, Federico Berrueto Pruneda, Artemio Benavides Hinojosa, Verónica Oikión Solano, Mario Ojeda Gómez, Douglas V. Richmond, Alejandro Rosas Robles, Pedro Salmerón Sanginés, Carlos David Silva Cázares, Michael M. Smith y Joseph Stout, aceptaron venir a presentar sus puntos de vista, dado lo atractivo del tema y ––¿por qué no decirlo?–– por el prestigio nacional ganado por el Centro Alessio Robles como un foro adecuado para el debate histórico.
La entrega de la presea Alessio Robles a Mario Cerutti constituye un acto de justicia. Sus investigaciones sobre la formación de capitales en el Noreste de México resultan esenciales para el estudio del desarrollo de la región en los siglos XIX y XX. Asi mismo reconocemos al Centro Cultural “Vito Alessio Robles” por la organización de un coloquio histórico de alto nivel académico encomiándole que nos haya acercado al pensamiento ilustrado y crítico de los historiadores visitantes.
Los temas generales de esta reunión internacional, que ya empezaron a discutirse, son los siguientes: Los Caudillos, Perdedores y Beneficiarios, Repercusiones y Situación actual de la Historiografía de la Revolución Mexicana.
No es objetivo del Coloquio “La Revolución Mexicana desde la perspectiva del siglo XXI” esclarecer si el movimiento político, económico y social inspirado en la Revolución, vive o está en trance de muerte, aunque algunos comentaristas lo hayan sacado a luz. La cuestión no podría ser resuelta por éste, ni por muchos coloquios Ante las afirmaciones de los ciudadanos razonablemente cansados por los 70 años de una Revolución omnisciente, omnipresente y omnipotente, ––representada en el PRI, su heredero–– puede postularse que ni la extinción de la centuria XX, ni el triunfo electoral del PAN son factores para declarar que el PRI vive, ha muerto o sólo está atarantado.
En el sistema de elecciones democráticas que ahora tenemos, los ciudadanos que en el 2000 votaron azul y blanco, podrían votar tricolor el año próximo; y si tal hacen, sería absurdo santolear al partido Acción Nacional, pero tampoco valdría sentenciar que por esa hipotética victoria el PRI vivirá per seculae seculorum. Cualquiera organización política está expuesta a desaparecer si en su torno se dan sustantivas condiciones políticas, económicas y sociales, endógenas o exógenas, que resulten irreparables; mas no por causa de una fecha o una derrota electoral.
Quienes hablan de la agonía del Partido Revolucionario Institucional quizás expresen un deseo ferviente, no una situación dada. Si el PRI hubiera fallecido en julio 2 del 2000 no habría conseguido el porcentaje de curules y escaños en el Congreso federal que le han permitido, hasta ahora, evadir las intenciones del Ejecutivo federal, derogatorias de las estructuras jurídicas vigentes, para instalar otras radicalmente antípodas. Que lo saben el presidente Fox y su partido, Acción Nacional, lo prueba el tácito pacto legislativo PAN y PRI en torno a la situación imperante en la industria eléctrica. No estaría mal cuidar al partido de la Revolución en vez de intentar defenestrarlo, así sea sólo porque finalmente puede constituir un valladar eficaz contra la desnacionalización que nos amenaza. Aunque...