Primera de dos partes
Raíz y Razón de un Fantasma.- En el inicio del revolucionario año de 1848, Carlos Marx y Federico Engels afirmaron que un fantasma recorría Europa, y que todos los poderes políticos de ese continente -desde el Papa y el Zar, de Metternich a Guizot, de los radicales franceses a los espías de la policía alemana—, estaban dedicados a exorcizar. Ese fantasma era, desde luego, el comunismo, el proyecto más radical de la izquierda. Marx y Engels confiaban en que de fantasma el comunismo pasara a ser una realidad como resultado de las contradicciones inevitables y crecientes del capitalismo. La profecía falló, pues el capitalismo pudo encontrar la forma de administrar sus contradicciones, pero el ectoplasma volvió a aparecerse entre la Gran Depresión y la Guerra Fría. Y hoy encontramos signos, condiciones, que anuncian la posibilidad de su retorno. Ya no volvería como espectro comunista, pero sí como el de un anticapitalismo al que buscaría juzgar y castigar por brutal e inhumano.
El fantasma puede volver.- La tecnología que produjo la Revolución Industrial hizo posible que las predicciones de Maltus no se cumplieran. En efecto, la producción global de todo tipo creció a un ritmo superior al de la población, de tal manera que una fracción de la fuerza de trabajo, podía producir para todos. En la práctica, la lógica económica impidió que la ecuación necesidad y disponibilidad de bienes fueran iguales, y lo absurdo de la situación llegó a un nuevo clímax durante la Gran Depresión Mundial. La Gran Crisis estalló en octubre de 1929, al desinflarse la burbuja de la bolsa de valores norteamericana (un sitio donde las acciones llegaban a ganar hasta diez, veinte o más puntos en una sola cesión) y afectar al resto del sistema capitalista. En aquel año las fábricas de Detroit ensamblaron 5.3 millones de automóviles, pero cuatro años más tarde la economía norteamericana era incapaz de dar trabajo a 13 millones de personas antes empleadas (la cuarta parte de toda su fuerza laboral). Muchos de ellos, sumidos en la miseria, tuvieron que perder su autoestima y sobrevivir de la caridad. Pero lo peor no sucedió en Estados Unidos, sino en Europa. En Alemania, por ejemplo, el 40 por ciento de quienes tenían trabajo en el 29, para el 33 estaba desempleado. Y en América Latina las cosas no marcharon mejor para las economías altamente dependientes de las exportaciones, como fueron, por el ejemplo, la cubana del azúcar o la chilena del cobre. En México, la producción minera, ligada al mercado mundial, cayó en un 50 por ciento entre 1929 y 1932, y la baja de exportaciones se unió el dúo macabro de sequías e inundaciones. Las cifras del Producto Bruto Interno mexicano llegó a caer en 16 por ciento.
La Gran Depresión trajo al fantasma de 1847. La primavera de 1932 en Washington fue el escenario de cargas del ejército contra antiguos combatientes que exigían que les fueran redimidos los bonos con que se había compensado sus servicios en la I Guerra Mundial. Continuará...
En Alemania echó raíces el nacional socialismo. En todos los casos, la respuesta a la crisis y a la amenaza del socialismo llevó a la intervención del Estado en la economía. En Italia, el gobierno fascista que ya estaba en el poder de tiempo atrás, salvó a los bancos de la quiebra e incrementó su intervención al punto que en 1939 era poseedor del 44 por ciento de todas las acciones en el mercado y del 18 por ciento del capital total. En 1933 en Alemania, la industria trabajaba apenas a la mitad de su capacidad; Hitler como canciller elaboró un gran programa de obra pública y otro de rearme, y para 1937 Alemania ya no sufría de desempleo sino de falta de brazos. En marzo de 1933, Herbert Hoover, el presidente de Estados Unidos que simplemente se había contentado con ver cómo el mercado entró en una espiral descendente, fue sustituido por Franklin D. Roosevelt y su programa intervencionista: el “Nuevo Trato”. Roosevelt intervino la banca y la salvó; acto seguido puso en marcha programas de obra pública, entre ellos el de la famosa “Autoridad del Valle del Tennessee” que construyó plantas eléctricas y presas; la “Administración de Trabajo Civil”, llegó a ocupar a cuatro millones de personas antes desempleadas. En México, el cardenismo no fue sólo una respuesta a la crisis económica pero tampoco se le puede desligar del fenómeno.
En el mundo capitalista de la segunda posguerra, el fantasma del comunismo fue confrontado con el “Estado de Bienestar”, inspirado en el “Nuevo Trato” y políticas similares. Sin embargo, a partir de los años setenta del siglo pasado ese arreglo empezó a abandonarse, justo cuando el fantasma que le había dado origen se había ido.
¿La Tercera Visita?.- Argentina es un país particularmente rico en productos agrícolas y ganaderos. Al inicio de este siglo XXI, su población es un poco más de 37 millones pero las cabezas de ganado vacuno que pastan en sus campos —especialmente en la fértil pampa húmeda—, suman 54.5 millones, a las que se suman 17.3 millones de ganado ovino. Su producción anual de maíz, trigo y soya supera los cuarenta millones de toneladas métricas, muchísimo más de lo que su población necesitaría para alimentarse adecuadamente. Ahora bien, junto a esas cifras de abundancia, se tienen otras que constituyen el lado negro de la historia reciente: de acuerdo a los datos de agosto del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, uno de cada cinco niños argentinos esta desnutrido. El Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil estimó que el año pasado entre 11 por ciento y 17 por ciento de los niños argentinos padecía hambre y que este año el porcentaje subió al 20 por ciento (El País, 18 de noviembre). Toda esa situación quedó dramáticamente resumida en las fotografías de los niños de Tucumán, que los periódicos y la televisión mundiales mostraron hace aproximadamente un mes. Se trató de un puñado de infantes muertos a causa del hambre y de muchos más en un estado de desnutrición tan avanzado que de no morir, quedarán permanentemente dañados. Las imágenes de miseria provenientes de esa norteña provincia argentina, recordaban otras similares originadas en zonas de África donde la sequía, las plagas, la guerra o todos esos factores juntos, hacía casi imposible evitar el desastre.
Lo absurdo de las muertes y de la desnutrición infantiles de Tucumán y de otras provincias, es que se originan en un país donde en 1998 el producto per cápita era de más de ocho mil dólares y donde abundan los alimentos. La corrupción y errores políticos y económicos dejaron a Argentina con una deuda externa de 135 mil millones de dólares ¡y 160 mil millones de dólares de depósitos particulares en el extranjero! Ello, más la dureza de los organismos internacionales, guardianes de la ortodoxia económica imperante en el mundo, impiden que hoy, el gobierno cuente con los recursos necesarios para auxiliar a millones que, como en la época de la Gran Depresión, quieren y demandan trabajo, pero no encuentran a nadie que dé con la fórmula para reactivar una economía que dejó de crecer y que se contrajo en un 16 por ciento. El Fondo Monetario Internacional (FMI), obsesionado con el control del déficit, exige que el gobierno -del que desconfía profundamente, y con razón—disminuya aún más el gasto, aumente las tarifas de los servicios públicos y el superávit antes de proceder a auxiliarle. Las razones de los desempleados y su lucha contra el hambre simplemente no entran en los cálculos del FMI.
La India.- Argentina es el caso extremo de lo absurdo y obsceno de un sistema económico que produce alimentos y riquezas en cantidades extraordinarias -los depósitos en el extranjero lo demuestran— y que, a la vez, es capaz de dejar a millones sin alimento. Sin embargo, resulta que algo similar ocurre en un país milenario y que, en principio, acaba de sobreponerse a los problemas que tradicionalmente le había impedido alimentar bien a una población abundante, como es India. La información disponible, nos dice que el estado de Punjab se apilan montañas de trigo procedentes no sólo de la cosecha de este año, sino del pasado, del antepasado e incluso de más atrás. En contraste, en el vecino estado de Rajasthan, hay campesinos que no tienen más alternativa que sobrevivir alimentándose de simples hojas hervidas o de pan hecho a base de semillas de pasto pues no tienen otra fuente de alimento. Desde luego, en Rajasthan también se reportan los casos de muertes infantiles por hambre. En la India histórica varias veces faltaron alimentos y en 1943 murieron de hambre tres millones de personas lo que les obligó a recibir ayuda alimentaria del exterior. Sin embargo, resulta que hoy, gracias a la tecnología y a la “revolución verde”, ese país asiático ya es autosuficiente en alimentos y que su hambre no es producto de su atraso o de causas naturales, como es hoy, entre otros, el ejemplo dramático de Etiopía. Lo más absurdo del caso de India, donde el trigo se acumula de un año a otro y que no se consume mientras muchos padecen hambre, es que el alimento no está en manos de empresarios o capitalistas, sino que pertenece al Estado, al encargado de definir y servir al interés general. En efecto, el gobierno de India ha comprado el cereal a sus campesinos al punto que hoy por hoy tiene excedentes que llegan a los 53 millones de toneladas métricas, que se pudren por estar almacenadas al aire libre. Si se debe resumir el problema de India, debe de hacerse así: precios altos a los productores por razones políticas de partido, pero insuficientes subsidios a los consumidores pobres, para estar de acuerdo a las normas de organismos económicos internacionales, (The New York Times, dos de diciembre). Por ser de sobra conocido el caso de México no es necesario repetir que si bien el intercambio con el exterior es tan dinámico que ya llega a los 350 mil millones de dólares anuales, la economía está estancada desde hace veinte años, la vida campesina es miserable, el subempleo es el tipo de actividad económica que más crece, el ingreso se concentra y más de la mitad de su población está clasificada como pobre.
El Desafío.- Siglo y medio después de la publicación del Manifiesto Comunista y siete decenios después de la Gran Depresión a casi nadie preocupa el espectro del comunismo, pero si no se hace algo para volver a administrar las contradicciones del sistema productivo en el ámbito local y global, un fantasma de diferente apariencia pero de igual origen, puede volver a deambular por los corredores del poder mundial. De hecho quizá ya esté aquí en la medida en que el terrorismo actual se puede explicar, entre otros factores, por las contradicciones del capitalismo globalizado y la concentración que ha producido de riqueza y poder de un lado y de pobreza y desesperanza, por el otro. Como el antiguo, el nuevo liberalismo económico o “neoliberalismo”, dicta que el gobierno se mantenga al margen de la economía, pues de lo contrario el mercado no lograra la vitalidad y eficacia de que es capaz y, desde luego, la libertad política no tendrá la base material de sustento que le es indispensable.
El fundamento teórico de esta posición lo elaboró el premio Nóbel de Economía de la Universidad de Chicago Milton Friedman, en Capitalism and Freedom (Chicago, 1962). Y la visión original de Friedman adquirió cuerpo en las políticas de líderes como Margaret Thatcher, Ronald Reagan o Augusto Pinochet. Entusiasmado, el economista anunció en Free to Choose (Chicago, 1976) que, finalmente, la dirección de la ola de la historia mundial se había revertido y que el capitalismo libertario terminaría por ahogar al socialismo esclavista. A ese hundimiento del “socialismo real” le precedió y le siguió, el avance de la globalización -una combinación de capitalismo, tecnología e información— que echó por tierra los espacios económicos más o menos acotados por los estados nacionales y creo el enorme mercado mundial actual.
Tal y como sostienen los neoliberales y globalizadores, la democracia política ha avanzado y ese es un gran logro. Pero es también en ese mundo demandado y sostenido por la teoría del nuevo liberalismo donde se dan los absurdos casos de Argentina o de la India (o de México). Alguien tiene que intervenir decididamente para evitar la inmoralidad que implica sostener un sistema que tolera y mantiene abundancia lado a lado con miseria, falta de oportunidad y muerte por hambre. De no actuarse con eficacia y conciencia ética, el fantasma exorcizado reaparecerá de nuevo, es inevitable.