Los mandatarios de las entidades federativas adheridos a la Conferencia Nacional de Gobernadores, CONAGO, que está conformada por diecinueve gobernadores de los partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, acaban de emplazar, apenas la semana pasada, a la Secretaría de Hacienda para que diese una respuesta a la demanda de los ejecutivos estatales de resarcir a los estados los recortes presupuestales que sufrieron este año que estiman en cuarenta mil millones de pesos, advirtiendo que de lo contrario se abstendrán de asistir a convocatoria alguna del gobierno federal. El gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velazco indicó que, por lo pronto, no acudirían a una cena a la que habría invitado el presidente Fox.
Habría que verle la cara a los gobernadores para saber por el rictus si están dispuestos a cumplir lo que no es otra cosa que una amenaza. Un rompimiento con el Presidente de la República le causaría grandes dolores de cabeza a ambas partes. Los trámites administrativos en los que están coordinados tendrían resultados nocivos. Es por eso que a pesar de los redobles de tambores debe creerse que no habrá asonada a bordo. La gran mayoría de los ejecutivos estatales no están acostumbrados a decidir sin antes consultar, sus vidas se han desenvuelto en la ciega obediencia a instancias superiores. No saben lo que es disentir por lo que están dispuestos a tolerar y ceder antes que poner en peligro su plácida estancia en los palacios gubernamentales. A menos que se trate de una estrategia orquestada para combatir la embestida del actual régimen en contra del PRI.
Esto nos llevaría a considerar que siempre que el gobierno federal anuncia que hará un recorte por austeridad quienes resienten el impacto son los estados y los municipios viendo mermados sus ingresos producto de su coordinación fiscal con la federación. Es decir que se trata de apretarles el cinturón a los gobiernos estatales sin estar muy seguros de que la federación al mantenerlos a pan y agua (es un decir) lo hace o no con propósitos eminentemente políticos. Antes habría que conocer si gobernadores panistas reciben el mismo trato. Lo malo para la CONAGO es que cada gobernador trae su personal proyecto político bajo el brazo por lo que la unidad en el esfuerzo para obtener mayores recursos pende de alfileres. Apenas iniciado el forcejeo dos gobernantes, el de Chiapas y el de Hidalgo, se “rajaron” deslindándose del ultimátum. Lo que podemos presagiar es que este sainete (pieza dramática pequeña, de asunto jocoso y carácter popular) que protagonizan federación y estados, se repetirá una y otra vez, pues están midiendo fuerzas esperando el año 2003.
Sin embargo, hay cuatro posibles explicaciones a la actual conducta de los mandatarios: primero, que estén convencidos de que el atole que circula por las venas del gobierno federal traerá consigo un conveniente arreglo; segundo, que sea una maniobra disuasiva surgida de la persecución que está haciendo el gobierno federal contra todo lo que huele a priismo; tercero, que en un pretendido deseo de medirle el agua a los camotes se trate de sondear una respuesta que les indique la clase de relación política que, de aquí en adelante, tendrán con el gobierno de Vicente Fox; y cuarto, que en efecto estén cansados de ver que la federación se lleva la tajada del león mientras les recorta recursos a los estados bajo la excusa de una austeridad que se da, según una feliz interpretación de Patricio Martínez, gobernador de Chihuahua, sólo “en los bueyes de los estados”. No seamos mal pensados, quiso decir en las finanzas de los estados.