EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

La unificación de criterios es la solución

Luis Maeda Villalobos

Es más, no se necesitan guerras, basta y sobra recordar que en la actualidad todos los países que producen residuos peligrosos y radiactivos, no saben qué hacer con ellos y sobre todo no contar con una disposición final segura. Minas de sal, cubrirlos con plomo, sumergirlos en los fondos marinos, o por su larga vida activa, hasta un loco ha pensado enviar esa basura en una nave espacial hasta la profundidad del cosmos.

Hemos visto con tristeza el nuevo fracaso del Día Mundial de la Tierra, en donde en una reunión cumbre llevada a cabo en meses pasados. Allí se analizaron temas importantes sobre el medio ambiente y la destrucción general de los recursos naturales. Se ventiló con alta preocupación el efecto de invernadero por el calentamiento global a causa de polvos, gases y humos, que forman un techo que impide la salida de estos contaminantes atmosféricos, que además transforman el aire peligroso e irrespirable. Se trató además, los problemas que atañen a la pobreza y la desertificación progresiva de la Tierra, los trastornos climáticos que afectan los ecosistemas, en donde viven los seres humanos y la vida silvestre. Existe una deforestación en todo el mundo que ausenta las lluvias, mientras los suelos productivos se erosionan y abandonan. Los eventos meteorológicos se presentan anárquicos con ciclones numerosos en el Océano Pacífico y desastrosos huracanes en el Atlántico. Lluvias torrenciales, vientos veloces, inundaciones con pérdidas humanas y poblaciones arrasadas con habitaciones y muebles, como consecuencias de estas perturbaciones meteóricas. Lo más triste del caso es que se abordó el caso de los dos mil millones de seres humanos, sumergidos en la más vil miseria, en contraste con los países súper-industrializados y los que están en desarrollo dependientes del vaivén del neoliberalismo y la tendencia a la globalización.

Curiosamente, a pesar de estar presente en el análisis general de la Reunión Cumbre, la súper-potencia americana del Norte, no firmó el acta, mucho menos el tratado de Kyoto, en donde la mayoría de los pueblos del mundo se comprometían a no continuar contaminando la capa atmosférica, acallando la salida de humo por sus chimeneas. Preguntamos entonces: ¿cómo pueden los Estados Unidos poner el ejemplo ante las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, si son los primeros en agredir a la Naturaleza? La razón es clara, vivir cómodamente, con adelantos maravillosos, mientras el resto del mundo muere. Es más, no se necesitan guerras, basta y sobra recordar que en la actualidad todos los países que producen residuos peligrosos y radiactivos, no saben qué hacer con ellos y sobre todo no contar con una disposición final segura. Minas de sal, cubrirlos con plomo, sumergirlos en los fondos marinos, o por su larga vida activa, hasta un loco ha pensado enviar esa basura en una nave espacial hasta la profundidad del cosmos.

Ante la desilusión del Homo Sapiens transformado en egoísta e inhumano, valga la pena de forma desinteresada, hacer una analogía con nuestra tierra muy querida, La Laguna. Todos sin duda, hemos tenido una formación, a través de la educación, la que no podemos olvidar pues fue inducida a la búsqueda del bien común. Algunos son prósperos en sus negocios, comercios, profesiones; otros empleados en trabajos fabriles y algunos más, en menesteres del campo. Ocupados en distintos quehaceres, ha pasado el tiempo, lo que nos ha distraído de ocuparnos del medio ambiente que nos rodea y ha impedido que nos demos cuenta de las agresiones (impactos) a los recursos naturales.

Al volver nuestra mirada, nos damos cuenta que el agua potable se agota, que existe la amenaza de contaminarse las pocas reservas subterráneas o acuífero, por arsénico y otras sales, quedando nuestra tierra sedienta a causa de que se sigue explotando tal reserva como si fuera eterna, lo que no es así. Los niveles van hacia abajo, es decir, se abaten peligrosamente en virtud de que es mayor la extracción que la recarga.

Es necesario entonces, conocida la posibilidad del agotamiento total, conocer cuánta agua nos queda, para tomar providencias del uso adecuado, conservar lo que nos queda, por la seguridad de las familias y niños laguneros y continuar, si es posible, el desarrollo sustentable acorde a dichas reservas. Es también imperioso sostener la calidad del agua, evitando ante todo, verter aguas residuales en el lecho seco del río Nazas, contaminarlo con basura y desechos peligrosos y cuidar los cuerpos receptores de la recarga de los acuíferos. Esto es fundamental, debe permanecer siempre en nuestras conciencias, porque sin agua no hay vida. Y si bien es preocupante, la educación ambiental y la cultura del agua, así como el investigar traer agua a La Laguna de otros lados, no son tan urgentes, como el conocer cuánta agua nos queda en el subsuelo, que significa el porvenir de los laguneros.

Todo tiene importancia, pero es de prioridad conocer cuáles son nuestras reservas. No existe para el caso, metodología segura para conocerlas, tampoco se sabe cuántos son los pozos actuales en explotación. Sin embargo, existe una tecnología avanzada, de punta, como son los Sondeos Electromagnéticos (Sems), de investigación australiana. Ya se han practicado seis en la región, cuyos resultados todavía son precoces, en virtud de que se requiere según propuesta y proyecto de Laguneros por el Agua, A.C., O.N.G., un número que oscila entre 35 y 200 en todo el polígono de la reserva de agua buena. Otro método que es sumamente caro, es el de la aeronavegación o por satélite, utilizando el radar o ultrasonido.

A pesar de las intenciones desinteresadas, existe un desacuerdo entre un grupo del sector productivo, que se opone, con tal de continuar explotando el agua subterránea en su propio beneficio. La ciudadanía organizada sin otro objetivo que salvar nuestra tierra, continuará en llevar a cabo esta tarea, muy a pesar de intereses que se sustentan en egoísmos muy particulares. Pronto, al final del camino, se conocerá quién tiene la razón, si los que se oponen al estudio o la ciudadanía que reclama sus derechos fincados en la moral y la ética

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 12581

elsiglo.mx