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Las intenciones perversas

GILBERTO sERNA

Con anterioridad, el encargado de ventilar los desvíos de dinero público, Francisco Barrio Terrazas, dijo que, en reunión con el presidente Vicente Fox, éste había sido categórico al establecer que no canjearía talegas de oro por un plato de lentejas, asegurando que seguiría adelante con el castigo que merecieran quienes desviaron ilegalmente una millonada de dólares pertenecientes a Petróleos Mexicanos. En ese entonces se referían a la propuesta de reforma fiscal que en sus términos sería aprobada por los legisladores, siempre y cuando la averiguación por peculado se arrojara al cesto de la basura. Es de suponerse que la propuesta de echarle tierra al asunto de lo que se ha dado en llamar el “pemexgate,” buscaba la impunidad de altos funcionarios del pasado, por lo que el Ejecutivo federal, rechazaba el trueque contestando con un rotundo no.

Tú me das y yo te doy. Lo malo de esa declaración es que no puso en claro quién formuló la transacción, dejándose entrever que fueron personas interesadas con la suficiente fuerza política como para comprometer el voto de gran número de legisladores. Nunca se dieron nombres, por lo que no hay una seguridad absoluta de que se hayan planteado tan siquiera los términos de un arreglo de esa naturaleza. No sería la primera vez en que el gobierno recurre a una estratagema de hablar a medias, dejando la duda de si lo que se dice es o no cierto. Ya en su oportunidad el secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz puso en entredicho esa afirmación de su compañero de gabinete, el “Contralor de la Nación”, burlándose al tacharlo de paranoico.

Quizá hasta podría pensarse que llevaba un mensaje oculto el dicho de Barrio, en que el gobierno se daba un baño de pureza sabedor de que por mucho que los priístas dijeran que la oferta era falsa, quedaría la duda de si alguno de los grupúsculos que se formaron a raíz de que perdieran la presidencia de la República, pudiera haber tratado de llegar a un acuerdo. La gestión de los estrategas foxianos era poner en un aprieto a los priístas, mientras el Presidente se mostraba como el maestro limpio que no se presta a sucias componendas. Lo peor es que el gobierno escupió para arriba, dado que su maniobra unificó a los del tricolor que se dieron por ofendidos como grupo al no individualizarse los nombres de quienes hicieron la sugerencia (si es que la hubo) de celebrar un convenio por debajito de la mesa.

En todo esto Fox obtuvo una victoria pírrica, pues si buscaba desprestigiar a sus odiados adversarios debió saber que una mancha más no se le nota al tigre. Todo lo anterior da pie a que ahora se comente lo que acaba de salir del ronco pecho del senador Enrique Jackson Ramírez, en el sentido de que el PRI no cambiará “juicios por votos”. En esta vez se trataría de retirar los cargos en el asunto de Pemex si se aprueba la reforma eléctrica. El legislador incurre en la misma falta de seriedad en que incidieron los palafraneros de Fox al reservarse los nombres de quienes hicieron el ofrecimiento (si es que lo hubo) para abortar el inminente proceso penal. De no decirse quiénes, a qué horas y en dónde, quedará demostrada, en ambos casos, una intención perversa. Lo que no se vale dado que el pueblo no merece que con noticias tremendistas se esté jugando con su credulidad.

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