MORELIA, MICH.- Los Diablos Rojos del Toluca llegaron a esta ciudad, donde se jugará el partido de ida de la gran final del Torneo de Apertura 2002, hoy.
Pocos son los aficionados que aguardan el arribo de Diablos Rojos. Al punto de las 17:45 se estaciona el autobús frente al hotel y el primer jugador en bajar de la unidad es José Saturnino Cardozo.
Apenas se entretiene en firmar un autógrafo a un niño en la escalinata de la entrada principal. Aprovecha el reportero.
Resultaría infructuoso el intento.
-José, José, sólo una pregunta...
-¡No! -responde tajante, sin dirigir la mirada a su interlocutor.
Segundos antes, el jefe de prensa de los choriceros intentaba prevenir a los reporteros: "Saldrán a cenar a las 9". Hasta entonces.
En contraste, otra de las figuras del Toluca, Antonio Naelson Zinha, ofrecía una sonrisa y disponibilidad, pese al cansancio.
-¿Cómo llega el equipo luego de todo lo que ha pasado? -Muy bien, con muchas ganas y en lo personal con grandes deseos de ser campeón. Aquí en México me costó mucho, sufrí porque vine solo y ahora quiero darle el campeonato a mi familia que está en Uruguay. Sería un buen regalo de Navidad.
¿La clave del éxito rojo? Serán, en conjunto, la forma de jugar, el estilo y las variantes... "pero más que nada la humildad y la importancia y correspondencia entre los compañeros".
El rival queda en segundo término. Sí, reconoce, "Morelia es un gran adversario, merece mucho respeto, pero al igual que ellos hemos hecho un destacado torneo y la cosa está muy pareja".
-¿Sueñas con algún resultado? -No, no he soñado.
Alberto Jorge, técnico en turno de los choriceros, se pierde sin atrapar siquiera la atención de los comunicadores, preocupados quizá en saber cuándo llega Ricardo Lavolpe a la ciudad.