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Los Divos de Lapuente

América vino a Torreón en la cuarta fecha del Torneo de Apertura 2002 y con gol de Cuauhtémoc Blanco, venció a Santos Laguna por la mínima diferencia; en aquella ocasión el equipo dejó plantados a los medios informativos y también a cientos de aficionados que desilusionados se quedaron con las ganas de un autógrafo o la fotografía al lado de sus ídolos.

Esa vez se dijo que esta conducta de divos, en casi todos los miembros de la organización americanista, era originada por el entonces director técnico, Mario Carrillo, por lo que al conocerse el primer rival de Santos Laguna en la Liguilla, los miles de americanistas que habitan en esta región pensaron que con Manuel Lapuente en el timón, las cosas serían diferentes. El América llegó ayer a Torreón y vaya desagradable sorpresa para sus seguidores, “los divos de Lapuente” brincaron del avión al autobús, de ahí al campo de entrenamiento en un auténtico búnker.

Algunos medios informativos locales y nacionales, entre los que estaba El Siglo de Torreón, optaron por esperar al grupo en el hotel de la concentración, pero el resultado fue igual; malas caras, evasivas y una serie de actitudes dignas de gente sin educación, con capacidad futbolística, pero nula calidad moral, como es el caso de Cuauhtémoc Blanco, quizá aún frustrado por su fracaso en el futbol español.

Desde sus épocas de director técnico en Puebla, Cruz Azul, Necaxa y Atlante, conocimos a Manuel Lapuente como todo un caballero; sus bonos subieron notablemente en La Laguna durante la final de Invierno 96, cuando con mucha categoría reconoció el triunfo de Santos sobre los Rayos, cuando todos vimos aquel gol en fuera de lugar anotado por Jared Borgetti.

Pero los tiempos cambian y lamentablemente también las personas y ahora el ex técnico nacional en dos etapas distintas, está muy lejos de ser aquel caballero que ofreció su educación a manos llenas como director técnico de Necaxa en la final del Invierno 96; esa conducta entonces le fue reconocida por los laguneros, acostumbrados a agradecer a las verdaderas personas; Manuel Lapuente vino con Necaxa en el Verano 97 y entonces la directiva de Santos Laguna le organizó un reconocimiento, el cual él agradeció con verdadero sentimiento de gratitud.

El América regresó a Torreón, ahora para un juego de Liguilla, y Manuel Lapuente Díaz al parecer se quedó en la capital del país, pero quien llegó al frente de las llamadas Águilas, es una persona arrogante, déspota y prepotente, que muy pronto olvidó la humildad que caracteriza a los seres humanos que en verdad valen la pena.

Fue lamentable ver cómo Cuauhtémoc Blanco disparó una serie de majaderías hacia la persona de un reportero, cuando éste trató de entrevistarlo ayer en el hotel de concentración americanista; causó sorpresa además, la negativa de Manuel Lapuente para hacer declaraciones, como lo hizo con una amplia sonrisa en aquella final del Invierno 96, en una actitud que toda La Laguna le reconoció y sobre todo, le agradeció.

Pero dentro de ese grupo de “Divos de Lapuente” también hay honrosas excepciones y gracias a esos elementos, es posible entregar a los aficionados algo sobre el sentir americanista en su confrontación ante Santos Laguna. Manuel Barrera Rangel, preparador físico; Hugo Norberto Castillo, Marcelo Lipatín y Germán Villa, son en este caso la excepción a la regla y gracias a su calidad como seres humanos, fue posible recoger algunas impresiones sobre lo que sucede en el seno del América.

Para terminar vale la pena referirse a la visita del Toluca a Torreón, en la última fecha del Torneo de Apertura 2002; los medios de difusión y sus cientos de seguidores se dieron cita en la terminal aérea, unos en cumplimiento de su labor informativa y otros más en busca del preciado autógrafo o la fotografía. En la sala de llegada, como cualquier ser humano normal, de pronto aparecieron figuras como José Cardozo, Vicente Sánchez, Rafael García, Israel López y todo el plantel del que es considerado el mejor equipo de México en los últimos años.

Qué agradable fue ver a José Cardozo atender a gentes de todas las edades, siempre con una sonrisa por delante; y señalamos al goleador paraguayo porque fue el más asediado por los aficionados toluqueños, quienes tuvieron un día feliz por estar junto a sus ídolos, aunque sea un momento.

De Manuel Lapuente habrá que quedarse con aquel caballero subcampeón del Invierno 96 al frente de Necaxa y esperar su salida del América para verlo nuevamente como ese ser humano, ahora transformado en un ser inalcanzable, quizá porque así se estila en el América, aunque haya excepciones como las que ya se mencionaron.

Y de Cuauhtémoc Blanco, sólo decir que su calidad como futbolista está fuera de cualquier duda, así haya fracasado en España, aunque las facultades con el paso del tiempo terminarán y entonces será sólo un ser humano común y corriente, que ninguna huella habrá dejado para la posteridad, de no ser por sus conductas incorrectas, convertidas en un mal ejemplo para la juventud mexicana.

Algún día este grupo caerá de la nube y tal vez será demasiado tarde para corregir el camino, repetimos, con excepciones como Manuel Barrera, Hugo Norberto Castillo y Germán Villa; por ahora sólo se les puede definir como los “Divos de Lapuente”.

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