Inglaterra debe estar profundamente agradecida por la lección en democracia que les asestó nuestro Presidente tanto en Londres como en Oxford. Ahí habló con tal desconocimiento de la incomparable trayectoria de Inglaterra en la democracia que, a juzgar por sus palabras, la Magna Carta nunca se firmó ni surtió efecto en esa isla. Tampoco la Corona fue cediendo su poder ejecutivo a cambio de impuestos, al grado de formarse la Cámara de Comunes como contrapeso a la Cámara de los Lores en el Parlamento inglés. Y tanto se democratizó esa institución que la revolución parlamentaria de 1689 derrocó al rey y despojó a la Corona inglesa del poco poder que le quedaba para endosárselo al ciudadano en su memorable Declaración de Derechos. Esto sucedió, por cierto, 100 años antes que la Revolución Francesa hiciera su célebre declaración calcada de la inglesa.
Pues sí. Ante ese pueblo inglés fue Vicente Fox a instruirlo con las siguientes palabras: “México ha elegido el diálogo como el camino hacia la transición. Esta es la lección que la democracia mexicana le ha enseñado al mundo”. Así es que ahora México es maestro mundial de democracia, seguramente egresado de la misma escuela de Fox.
Lástima que Fox aún no supiera de diálogos cuando las lanzas de Atenco, porque otro gallo le cantara. Tampoco sabría que Griselda Álvarez, siendo gobernadora de Colima, al ver la necesidad de un aeropuerto en su entidad, comenzó por dialogar con los campesinos que resultarían afectados, explicándoles las ventajas del cambio, lo justo del pago y la abundancia de nuevos oficios y puestos de trabajo. Así, pues, al llegar los ingenieros con sus bártulos, fueron recibidos por campesinos bien dispuestos a colaborar.Por lo mismo, quisiera hacerle una amistosa sugestión a Fox para cambiar la tonada. Él no tuvo ningún diálogo previo con los campesinos de Atenco, por eso vieron la llegada de los ingenieros como un atropello, una expropiación a secas con una miseria de indemnización. Por eso salieron los machetes. A ver, Sr. Fox, ¿por qué a su regreso no visita usted a los de Atenco y les ofrece pagos un punto más altos que los de la segunda proposición para que aquéllos puedan decir “Así sí..”, sin perder cara. Así veremos todos lo eficaz del diálogo y el aeropuerto estará en el lugar idóneo.
Por desgracia, nuestro zorro mayor siguió hablando, con los usuales resultados: Señaló que las elecciones del 2 de julio del año 2000 marcaron la transición “de un régimen unipartidista a una forma democrática de gobierno”.
Cómo quisiera que mis jardineros de Teacapán supieran regarla con tantas ganas como el presidente Fox cuando sale del país. El cambio de partido en la presidencia sólo demuestra que lo contrario de “unipartidismo” no es la democracia, como parece pensar Fox, sino el bipartidismo, lo cual de ninguna manera significa que tengamos “una forma democrática de gobierno”. Ahora estamos tan lejos de tal cosa como antes de Fox. México sigue siendo una República que se está haciendo federal, pero que nada tiene de representativa. El ciudadano sigue sin representación en el Congreso porque los candidatos los escoge el partido y como los ciudadanos no podemos reelegirlos o no según su desempeño, a los diputados sólo les importa el jefe de su partido.
Lo que vivimos, señor Fox, es una partidocracia, cosa muy distinta y muy distante de una democracia, aunque los primeros escalones ya existían y por ellos ascendió usted a la presidencia. Lo alarmante es que usted efectivamente crea que en México ya se vive una democracia. Porque si el sistema actual es, según usted, democrático, ya no podremos esperar nada más de usted en cuanto a democracia.
Mas aun así, México necesita cambios porque las muy necesarias inversiones extranjeras demandan borrón y cuenta nueva con ciertos “triunfos de la Revolución” como los monopolios del Estado que convirtieron aquellos triunfos en derrotas económicas para México. (“Luz, más luz...”) .