Reuters
BUENOS AIRES, Argentina.- Cientos de manifestantes marchaban ayer hacia la Plaza de Mayo, donde está el Palacio de Gobierno de Argentina, para recordar la revuelta popular que hace un año forzó la renuncia del ex presidente Fernando de la Rúa en medio de la peor crisis económica del país.
Entre los grupos que se dirigían hacia la céntrica plaza de Buenos Aires -donde el 20 de diciembre del 2001 una protesta fue reprimida por la policía con un saldo de cinco muertos y decenas de heridos- figuraron partidos políticos de izquierda, grupos de desocupados, ahorristas y estudiantes.
Antes de las protestas del 2001 que desembocaron en la renuncia de De la Rúa se registraron saqueos a comercios en distintos puntos del país. En los enfrentamientos entre dueños de los locales y saqueadores murieron unas 25 personas.
Con este pesado antecedente, la Plaza de Mayo comenzaba a poblarse ayer por la tarde de manifestantes.
Las revueltas del año pasado fueron alimentadas por los niveles récord de pobreza y desempleo. Este año la situación social no ha mejorado sustancialmente, aunque el gobierno del presidente Eduardo Duhalde aplicó distintos programas sociales que han descomprimido la tensión.
Pero para los manifestantes, todo sigue igual.
“El gobierno de Duhalde sigue aplicando esta política de hambre. Le venimos a decir que sigue la lucha contra el hambre y la desocupación”, dijo Martín Ogando, del Partido Trabajadores por el Socialismo.
A su paso hacia la plaza, los manifestantes bloquearon el ingreso a bancos, casas de cambio y arrojaron una bomba de pintura en la entrada de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
“Son el centro del poder financiero, con responsabilidad del endeudamiento de este país”, dijo Ogando. El 2002 encontró a Argentina envuelta en cientos de protestas diarias, especialmente de los ahorristas que perdieron más de la mitad de sus ahorros en dólares por la decisión del gobierno de convertir a pesos todos los depósitos en moneda extranjera tras devaluar el peso.
Al mismo tiempo, la devaluación del peso dejó en evidencia la debacle de la economía del país, que por más de una década había convivido con un tipo de cambio fijo que ahogó la industria local y con un déficit descontrolado que debió ser financiado con un endeudamiento mayor a lo que el país podía pagar.
El gobierno cayó en incumplimiento con sus acreedores probados en diciembre del 2001 y en parte con los organismos internacionales de crédito en noviembre de este año, dejando al país casi aislado de la comunidad financiera internacional.
En esta situación, miles de empresas cerraron sus puertas y en mayo el desempleo llegó al nivel histórico del 21.5 por ciento de la población en condiciones de trabajar.
En los últimos meses la situación financiera se estabilizó, pero la realidad social sigue siendo cruda, con niños muriendo desnutridos en el norte del país y un ejército de personas buscando alimentos cada noche entre la basura en las calles de las principales ciudades del país.
La cercanía de las elecciones presidenciales en abril enrareció el clima político y en las últimas semanas distintos dirigentes denunciaron que sectores políticos les habían ofrecido dinero para que montaran disturbios durante las manifestaciones de la revuelta popular de un año atrás.
Muchos comerciantes de las afueras de Buenos Aires decidieron armarse para defender sus negocios ante eventuales saqueos y evitar perder toda su mercadería, como sucedió el año pasado.
Los gobiernos provinciales montaron operativos policiales especiales para estos días, y hasta ahora no se han producido actos de violencia.