Me parece muy importante el libro de Alberto González Domene: “Sangre de las amapolas” para la historia de la Región Lagunera, porque una de las ramas de los “Domene” enraizó en tierras de Parras, San Pedro y Torreón, generando riqueza al cultivar las tierras y cosechar abundantes productos tanto en la vid, el algodón, el trigo y la producción de los mejores vinos del norte del país, en Parras, Coah.
Al abrir el libro, resultado de la VIII Convención Domene realizada en la Comarca Lagunera en este 2002, María Isabel Saldaña empieza diciendo: “Entre la magia del pasado, atesorado en los papeles de familia y los recursos de la memoria, Alberto González Domene ha reconstruido la historia de la familia Domene. Ha hurgado en los baúles de las ramas familiares sacando a la luz la genealogía, documentos y fotografías, pero además ha hecho historia oral entrevistando a los miembros más antiguos del clan”.
Más adelante, en el III capítulo del libro, Alberto dice: “Los antepasados franceses, al iniciar el siglo XI, en el año 1207, después de que el Imperio de Carlomagno se dividió en una multitud de feudos, la pequeña aldea Domene, al pie de los Alpes franceses, reconoció el Obispo de Grenoble como su único feudal soberano...”.
“...En el siglo XII, ya en los años 1120-1122, el célebre teólogo ‘Pedro el Venerable’ convenció a los primeros señores de la aldea Domene a ir a las cruzadas...”.
“Ya en el siglo XIII, el primer antepasado español don Juan de Domene (ch), pasó a España para servir al Rey don Jaime I. de Aragón y fundar sus casas en las provincias catalanas de Vich y Gerona. Don Juan nació relativamente cerca del pueblo Domene, precisamente en Montpellier en el año 1208 y murió a la edad de 68 años en la ciudad de Valencia, España...”.
“Historia del apellido en América: (Cap. VI). La primera generación Domene que emigró a América, procedió de Villena (Alicante), en 1890, encabezada por don Sebastián Domene Rubio, quien tres años más tarde, (en 1893) envió por su esposa Manuela Milán Alarcón (Mamalita) y por sus hijos: María Domene y su yerno Francisco Domene (recién casados), y los pequeños Ana, Juan, Manuela y Sebastián Domene. Todos venían acompañados por la esposa de don José Flor García; Virtudes Navarro, y sus dos pequeñas hijas, Vicenta y Virtudes. Don José Flor, ingeniero viticultor villenense, compadre y vecino de don Sebastián Domene (Papatano) fue quien le invitó a venir a México, en 1890.
“Historia de la llegada del apellido a América: ‘En el año de 1889, el ilustre empresario y político mexicano, don Evaristo Madero Elizondo, con doble residencia en la ciudad de Monterrey y en la vieja Santa María de las Parras, (hoy Parras de la Fuente, Coah.) solicitó a la Embajada Mexicana en España, peritos agrícolas viticultores que pudieran asesorar en los trabajos de la siembra de la vid para injertar con sarmientos europeos las parras silvestres en sus tierras de la hacienda de San Lorenzo de La Laguna (hoy conocida como Casa Madero). Don Evaristo había adquirido esta hacienda en Parras, Coah. (junto con la hacienda ‘El Rosario’ y la fábrica de telas ‘La Estrella’) en la que florecían los antiguos viñedos de la Casa Urdiñola, erigida en 1593, por el conquistador Francisco de Urdiñola. Santa María de las Parras fue el primer sitio en América, donde se sembró y cultivó la vid para producir el primer vino en América...”.
“A la solicitud de don Evaristo, la Embajada de España recomendó a don José Flor García, ingeniero viticultor de Villena, Alicante, quien de inmediato fue contratado para venir a México en calidad de técnico en viñedos para servir a dicha encomienda agrícola...”.
“Don José Flor García, antes de embarcarse a México, el mote de Papatano se debía a la palabra cariñosa de ‘Papá’, por ser cabeza de familia, y de ‘Tano’ por el nombre apócope de Sebastián. Lo mismo sucedía con su esposa que llevaba el mote de ‘Mamalita’: ‘Mamá’ y Lita, apócope de Manuelita”.
Mucho del material del libro se debe también a mi amigo ya fallecido Ernesto González Domene, con quien hice pareja de estudios de investigación en el libro “Filántropos de La Laguna” editado por la Ibero.