México, D.F.- Mariah tiene muchas anécdotas que contar después de su reciente bache sentimental y profesional.
Repuesta de especulaciones, dispuesta a hablar sin límite de temas, consciente de que tiene mucho por hacer para regresar por su cetro. No todo está perdido y hará todo por recuperar su lugar.
Su asistente abre la puerta. “Adelante”, susurra. “Ella está ¡lista!”.
Del umbral al sillón los pensamientos asaltan, ametrallan los nervios. Hay mucho que decir y el cronómetro es el principal enemigo.
¿Cómo es la nueva Mariah? Aquella mesera que conquistó al presidente de un emporio musical con su voz y su sexy presencia. La dama que al casarse con su príncipe, el magnate Tommy Mottola, dejó su título de princesa de la balada pop para coronarse como reina.
¿Qué piensa la nueva Mariah? Esa señora que sin querer encarnó una versión real de la Cenicienta, en pleno Nueva York poco antes del siglo 20.
“Reflexioné mucho sobre mi vida en los últimos meses. Me di cuenta que la gente que querrá estar conmigo siempre me lo hará saber y los que no, se van, mantienen silencio. Serán como el viento de una mañana: te refrescan un momento y luego ya no están. Me siento serena, más aliviada, menos llena de rencor, de dudas, así soy, más consciente de mi entorno”, dice después de haber comido un sandwich de jamón de pavo.
A menos de un lustro de haberse divorciado del hoy esposo de Thalía, a más de un año de haber terminado su romance con Luis Miguel y poco menos de 12 meses de haberse desligado de un contrato millonario con Virgin Music por el fracaso de Glitter, su anterior disco, Mariah es la misma mujer en esencia, sólo que ahora más fuerte, segura de sí misma, más viva y menos diva.
“Todo lo que te hace sufrir, con el tiempo, cuando se ve lejano, cambia la perspectiva y con ello maduras. El divorcio me dolió como a cualquier mujer le podría doler terminar una relación que pensaba sería para siempre.
El rompimiento con Luis Miguel se dio y ni modo, así son las cosas. Los asuntos con la disquera (Virgin Music) no fueron bien y quedamos en buenos términos.
Insisto, las cosas que duelen, si las asimilas, te hacen crecer y ahora me han dado fortaleza”.
Ganadora de un par de Grammys, con más de 150 millones de copias vendidas y una garganta a prueba de fuego, la protagonista de este cuento de hadas, que no ha terminado, comprueba que los consejos de su personal de no hablar de su vida privada no eran más que un argumento.
¿Hay algo que le reclamarías a Dios si tuvieras la oportunidad de enfrentarlo en estos momentos?... Titubea.
“No quiero ser grosera, pero creo que eso es lo único que no te contestaría porque si tuviera la oportunidad de hablar con él sería de cosas muy privadas, del recuento que hay en mi vida, del dolor y la felicidad, de lo que he aprendido. De lo demás, pregunta lo que sea”.
Está entusiasmada con el lanzamiento de su sello disquero MonarC Music, con el que quiere apoyar nuevos talentos y probarse como empresaria. Tiene un nuevo disco, Charmbracelet y no quitará el dedo del renglón para promocionar Wisegirls, su segunda película, aun cuando Glitter, su anterior cinta, haya sido considerado un fiasco.
Tiene 32 años y un sinfin de anécdotas a su alrededor: que si trató de suicidarse por el rompimiento con Luis Miguel, que si fue al hospital porque no aguantó la presión y la humillación de terminar el contrato con su anterior disquera. Que si aún siente rencor por Tommy y por la gente de Sony Music.
“Nunca había pasado por una etapa de chismes en exceso. Leía y decían tanto de mí que me asustaba, me aterraba la imaginación sobreexpuesta de tanta gente.
“Eso me hizo extremar mi criterio acerca de los medios, me hice más hermética por precaución. Fueron muchas especulaciones tontas. Si yo me hubiera querido suicidar me habría ido al piso 90 de un edificio, me aviento y asunto arreglado. No me cortaría con cristales para llamar la atención, como dijeron. Todo eso fue subestimarme y me indigna que piensen por mí. Me desesperó”, recalca.
Sentada en un sillón blanco, en cuclillas. Presume sus torneadas piernas, sólo trae una muy corta minifalda de mezclilla. Y el escote de su top naranja corta la respiración y obliga a la pupila a bailar. Es escultural. Su sonrisa no es falsa.
“Este último año fue conflictivo y catártico. Me hizo acercarme a los que son mis verdaderos amigos (menciona a varios, entre ellos Josephine, a quien conoce desde hace más de 10). Ha habido gente de paso en mi vida, la nueva Mariah confía en el tiempo y en el futuro, en mirar hacia adelante.
“Un amigo es quien está ahí para ti cuando necesitas que te ayude a salir de un mal momento o cuando quieres compartir un día de felicidad. Sabe si sufres por amor, en qué estado de ánimo estás, lo que vives”.
De las mariposas, su obsesión, salió el nombre de MonarC, su disquera. Butterfly fue un gran éxito radial. Dice que ya dejó el capullo que le absorbió la energía de los pasados acontecimientos y está planeando volar mucho más alto de lo que nadie ha pensado.
Cuando estaba en Sony Music y lanzaba nuevo disco, todos temblaban, cuentan empleados de la compañía. Ella no era sólo una prioridad internacional sino la máxima de todo el elenco, por encima de Michael Jackson, Celine Dion y Aerosmith.
Su compañía disquera Universal Music ya le hizo ver que ser diva es un privilegio, pero también, que hay mortales que necesitan de su atención para promocionar disco.
A ella le gusta la música y sabe hacerla. Ha sonado en Japón, Francia, México, Argentina, Canadá, India, Australia y en Estados Unidos con canciones como Honey y Fantasy, pero también tiene gustos y sabe apreciar, según dice.
“Me gusta sentirla, redescubrir un sentimiento. Cualquier canción que me provoque algo me parece buena y no estoy casada con algo en específico”, expresa.