En días pasados, el Obispo católico de Melbourne Beach, Florida, escribió una carta al presidente de los Estados Unidos que vale la pena reproducir para dar a conocer la realidad de lo que está sucediendo en estos momentos cuando los tambores de guerra suenan provocando temores y una gran confusión en el mundo.
"Señor Presidente: Cuente la verdad al pueblo norteamericano sobre el terrorismo. Si los mitos acerca del terrorismo no son destruidos, entonces la amenaza continuará hasta destruirnos por completo. La verdad es que ninguna de nuestras miles de armas nucleares puede protegernos de esa amenaza. Usted no contó al pueblo americano la verdad sobre por qué somos el blanco del terrorismo cuando explicó por qué bombardearíamos Afganistán y Sudán. Usted dijo que somos blanco del terrorismo porque defendemos la democracia, la libertad y los derechos humanos del mundo.
¡Qué absurdo! Somos blanco del terrorismo porque, en la mayor parte del mundo, nuestro gobierno ha defendido la dictadura, la esclavitud y la explotación humana. Somos blanco de los terroristas porque somos odiados. Y somos odiados porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas. ¿En cuántos países agentes de nuestro gobierno depusieron a líderes popularmente elegidos, sustituyéndolos por dictadores militares; marionetas deseosas de vender a su propio pueblo por un puñado de dólares a corporaciones norteamericanas multinacionales? Hicimos eso en Irán cuando los "marines" y la CIA derrocaron a Mossadegh porque él tenía la intención de nacionalizar el petróleo. Y lo sustituimos por el Sha Reza Palhevi, y armamos, entrenamos y pagamos a su odiada guardia nacional... para proteger los intereses de nuestras compañías de petróleo. Después de eso, ¿será difícil imaginar que existan en Irán personas que nos odien?
Hicimos lo mismo en Chile, hicimos lo mismo en Vietnam y ahora intentamos hacerlo en Irak. Y claro, ¡cuántas veces hicimos eso en Nicaragua, El Salvador y Guatemala! En cada país, nuestro gobierno obstruyó la democracia, sofocó la libertad y pisoteó los derechos humanos. Es por eso que somos odiados en todo el mundo. Es por eso que somos el blanco de los terroristas. Nosotros no somos odiados porque practicamos la democracia, la libertad o los derechos humanos. Somos odiados porque nuestro gobierno niega esas cosas a los pueblos de los países del tercer mundo, cuyos recursos naturales son codiciados por nuestras corporaciones multinacionales.
Ese odio que sembramos se volvió en contra nuestra en forma de terrorismo. Una vez dicha la verdad sobre por qué existe la amenaza y una vez entendida, la solución se torna obvia. Nosotros necesitamos cambiar nuestras costumbres. Liberémonos de nuestras armas nucleares (unilateralmente si es preciso) y mejorará nuestra seguridad. En lugar de enviar a nuestros hijos a todo el mundo para matar árabes musulmanes, de modo que podamos tener el petróleo que existe debajo de sus arenas, deberíamos mandarlos para que reconstruyan sus infraestructuras, proveerlos de agua limpia y alimentar a sus niños hambrientos. Deberíamos enseñarles nuestra tecnología para que aprendan a superarse y que vivan con decoro, deberíamos verlos como hermanos, no como individuos de tercera o cuarta categoría. Resumiendo, deberíamos ser buenos en lugar de malos, y de serlo, ¿quién nos iría a odiar?, ¿quién nos iría a querer bombardear? Esa es la verdad, señor Presidente. Eso es lo que el pueblo estadounidense precisa escuchar".
A todo lo antes dicho tan acertadamente por el Obispo de Melbourne, Florida, podríamos añadir: que en el mundo existe una gran irritación por el comportamiento del gobierno de los Estados Unidos que da todo su apoyo a Israel contra el pueblo palestino, a pesar de que en los últimos años ha sufrido lo indecible. Veintiocho resoluciones dictó la O.N.U. en contra de Israel a favor de Palestina y nada ha hecho el Sr. Bush para que se cumplan. En cambio sí pone mucho interés en las dos resoluciones del mismo organismo en contra de Irak. Rusia y Francia tienen intereses económicos en esta nación, (vamos a ver qué cara ponen cuando "las bombas inteligentes" de los Estados Unidos destruyan las instalaciones petroleras y las inversiones que esos países financiaron).
En las últimas semanas, varios periodistas internacionales han estado recorriendo los sitios señalados por Bush como fábricas de armas de destrucción masiva, y ellos han constatado que nada de eso es cierto. De lo que sí se han dado cuenta es que existen en Irak muchos niños que se están muriendo por enfermedades como la leucemia y el cáncer, producidas por las radiaciones de uranio "empobrecido" que dejaron las bombas arrojadas por los "aliados" durante la guerra del Golfo Pérsico.
Todos sabemos que lo que el Sr. Bush desea en Irak es derrocar a Saddam Hussein para instaurar un gobierno pelele, y de esa manera inundar posteriormente el mundo con petróleo barato, reactivando la economía de los Estados Unidos. Pero ¿cuántos inocentes van a morir en esos ataques? Cuando escucho hablar al Sr. Bush en la televisión, diciendo que el gobierno de Saddam Hussein es ilegítimo, quisiera recordarle las elecciones fraudulentas con las cuales "ganó" la presidencia de los Estados Unidos.
Por favor, no nos hable de justicia, mucho menos de amor al prójimo, no nos mencione los derechos humanos, ni la ayuda desinteresada a los países en desgracia; y por lo que más quiera, no incluya el nombre de Dios en sus discursos, porque la historia nos ha enseñado que ustedes no tienen amigos, sino únicamente socios comerciales. Recordemos también que cada año mueren en el mundo seis millones de niños menores de cinco años a causa del hambre. El dinero que los Estados Unidos gasta en armamento para demostrar su poderío, solucionaría ampliamente el gravísimo problema que estamos viviendo...
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