Puedes olvidar aquél con el que has reído, pero no aquél con el que has llorado.
Gibrán Khalil Gibrán.
El día 8 de julio del presente año, en Cuatrociénegas, Coahuila, sufrió un grave accidente el niño Rafael Argüello Beltrán. El pequeño era hijo del Dr. Rafael Argüello y de la doctora Concepción Beltrán de Argüello. La comunidad lagunera se conmocionó al conocer la noticia, y sobre todo al saber que tenía muerte cerebral. Cuando le dieron la noticia, el doctor Rafael se encontraba en Londres, Inglaterra, haciendo trabajos relacionados con su profesión.
A pesar de ser bastante joven, el papá de Rafaelito es egresado de la Facultad de Medicina de Torreón, Coah., donde obtuvo el título de médico general. En la Ciudad de México se especializó en inmunología, y posteriormente realizó maestría y doctorado en biología molecular en Inglaterra. Se trata de un científico nato que se dedica a la investigación, y junto con la Universidad Autónoma de Coahuila ha creado el "Registro de Donantes de Médula Osea", llamado "Sofía", en memoria de una pequeña niña, hija de mi buen amigo el ingeniero Carlos Aguirre, que lamentablemente falleció hace varios años por no haberse encontrado en aquel entonces un donante de médula ósea compatible con ella para que la sanara de la terrible leucemia que padecía.
A las cuatro de la mañana, hora de Londres, le comunicaron la terrible noticia al Dr. Rafael. De inmediato se dirigió a uno de los cuatro aeropuertos que existen en la capital de Inglaterra y abordó un avión que lo conduciría a la ciudad de Monterrey, N.L. De allí se trasladó a Cuatrocienegas, Coah. para transportar el cuerpecito del niño a la ciudad de Torreón. Al llegar aquí, se comprueba la muerte cerebral por falta de oxígeno, pero sus otros órganos aún se encontraban en perfecto estado. En esos instantes, a pesar del inmenso dolor que estaban sintiendo, los padres de Rafaelito se dan el tiempo necesario para pensar en otros seres que también sufren y que necesitan con urgencia la donación de esos valiosísimos órganos para poder vivir.
El Dr. Rafael es congruente con sus propios actos, si tomamos en cuenta que ha fundado un banco de datos en el cual se hallan registradas más de seiscientas personas dispuestas a donar su propia médula para salvar la vida de otros seres humanos. Con toda seguridad, no existe dolor más grande para unos padres, que ver morir a su propio hijo. Y cuando esto sucede, no quieres que nadie, absolutamente nadie lo toque, mucho menos que lo mutilen. Sin embargo, a pesar del dolor de la familia Argüello, en un gesto altruista y de amor a su prójimo, toman la decisión de beneficiar a una o varias personas desconocidas para que puedan seguir viviendo.
El dolor y el valor se congregaron y dieron paso a un gesto de amor que brotó para toda la humanidad. "¡Que no se pierdan esos órganos, que no se pierdan para que vivan otras personas!", insistió el doctor. El reino de las posibilidades se encuentra en cada uno de nosotros, y de nosotros depende ponerlas en práctica o dejarlas que se atrofien. A pesar de nuestro dolor, íntimo y personal, debemos sentir misericordia por los que sufren y solidarizarnos con los que se encuentran aguardando una vida mejor. Son muchos los rostros angustiados -sobre todo de niños- que en el Seguro Social dirigen diariamente su mirada hacia la puerta de su cuarto, esperando ver entrar a la doctora Leidy Peniche con la buena nueva para ellos, de que finalmente se ha conseguido un órgano para hacerles el trasplante.
Pero así es la vida, lo que es buena noticia para unos, es tristeza amarga para otros... Muchos cristianos han perdido la alegría al final de la jornada, no por haber tenido grandes contradicciones, sino por no haber sabido santificar las dificultades que fueron surgiendo en el trayecto de su propia vida. La Cruz aceptada, produce paz y gozo en medio de la tormenta, y está cargada de méritos para la eternidad. Esto sucede cuando se afronta la vida con coraje y cuando se toma la importante decisión de transformar en energía moral las dificultades que nunca faltarán en nuestra existencia. La fortaleza la encontramos en la esperanza de que algún día resucitará nuestro cuerpo.
Si no existiera la resurrección, toda nuestra fe se derrumbaría. Lo que hagamos en este mundo, debemos de hacerlo con la mirada puesta en esa segunda vida que nos espera, pues pertenecemos totalmente a Dios. Esa es la fe del Dr. Rafael y de su esposa Conchita, que ahora más que nunca deberán permanecer unidos. Después de conocer y compartir el dolor antes descrito, la semana pasada vi en los noticieros de televisión, que unos padres de familia del Estado de Veracruz, acostumbraban golpear a su pequeño hijo que por coincidencia tiene la misma edad que tenía Rafaelito. Recientemente le quemaron el pie derecho. No contentos con eso, lo llevaron a la carretera y allí lo abandonaron como si fuera un animal, dejándole en su ropita una carta donde aclaraban que ya no querían saber nada del niño porque no podían atenderlo.
Cuando los agentes de la Policía de Caminos lo recogieron, no le comentaron nada al niño de la carta de sus progenitores para no ofenderlo y no hacerlo sufrir más, pero sí le aclararon que lo trasladarían a un orfanatorio para que se hicieran cargo de él. Con la sinceridad y la nobleza que únicamente poseen los niños pequeños, le escuché decir una y otra vez: "que él quiere mucho a sus padres, que los quiere a pesar de que le pegan, y lo que más desea es volver cuanto antes a su lado...".
zarzar@sinteg.net