El gran festival del pret-a-porter parisiense, reunión de ideas y tendencias a menudo contrapuestas, comienza hoy a desvelar sus secretos con casi 150 desfiles que hasta el próximo día 11 ocuparán las pasarelas más inesperadas de la capital francesa.
Mercado obliga, la veda de los infinitos modelos se abre de hecho un día antes del inicio del calendario oficial de la Cámara Sindical de la Moda Parisiense, gracias, entre otros, a tres célebres nombres, Yamamoto, Martin Margiela y Christian Lacroix.
Por primera vez, Lacroix prefirió quedarse fuera del calendario que suele reunir a los mejores y más consolidados modistos, y en lugar del multitudinario desfile que suelen organizar sus miembros exhibirá sus modelos ante un restringido número de invitados, unos 300, y sólo a partir de las once de la noche.
Será, explicaron a EFE los organizadores, una "minifiesta", una minipresentación en la que se mostrarán tres colecciones de la firma, su pret-a-porter y las más accesibles "bazar" y "jeans".
Los otros mil o dos mil invitados habituales de Lacroix tendrán que esperar esta vez al viernes para descubrir, previa cita, como vestirá la mujer Lacroix del verano próximo.
Imposible contemplar antes los diseños de este artista barroco del color, apasionado de una tradición flamenca y provenzal con la que conquistó la gloria a principios de los ochenta, lanzado ahora a un estilo "mucho más moderno, más desligado de las tradiciones y mucho más a tono con el momento".
La fórmula que esta noche empleará Lacroix no es nueva, la alta costura comenzó así, con pequeños y selectos desfiles, hasta hacerse tan multitudinaria a veces, o más, que el pret-a-porter, cuya aparición provocó, a fuerza de acumular invitados hasta los 2.000 o 3.000 que suelen presenciar ahora un desfile.
Chanel fue uno de los primeros grandes modistos que osó volver a ella y tras haber colocado a su público en los lugares más insólitos de la capital francesa, optó por presentar su última colección en los no menos míticos salones de la calle Cambon.
Por su parte, Yamamoto rompió el pasado julio otra costumbre -casi un tabú en el caso de la alta costura- y se convirtió en el primer gran modisto que se adelantó sin compasión al calendario de la Cámara, para mostrar sus ideas más lujosas del otoño-invierno 2003.
Como Lacroix, Yamamoto y Margiela también prescinden hoy por primera vez de la agenda pret-a-porter de la Cámara y se lanzaron solos al ruedo, aunque, quizá para no alejarse demasiado de ella, todos lo harán a horas más bien tardías.
Una de las razones de esta estrategia practicada hasta ahora por creadores y modistos poco conocidos, pero que visiblemente empieza a crear adictos entre los grandes, es la de intentar aprovechar al máximo la presencia de compradores y periodistas extranjeros, en primer lugar estadounidenses, que tienden a acortar su estancia en París durante las semanas de colecciones.
Así, los primeros días de desfiles son muy cotizados, aunque firmas como Chanel e Yves Saint Laurent Rive Gauche no temen esperar a la semana próxima para mostrar sus creaciones.
Christian Dior, propiedad del número uno mundial del lujo LVMH, al igual que Lacroix, optó por situarse a la cabeza de la lista y mañana mostrará la que, por arte del británico de origen gibraltareño John Galliano, será sin duda una nueva sorprendente colección.
Aunque por regla general más apagados, los dos últimos días reservan este año sin embargo algunas promesas, a cargo del japonés Ohya, el coreano Lie Sang y la británica Maria Grachvogel. EFE