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San Cristóbal de Las Casas, Chis.- El mensaje que debe dejar la Navidad es el de unidad de la familia conforme al modelo que Jesús y sus padres mostraron al mundo, pues actualmente, el concepto ha sufrido cambios, manifestó el obispo Felipe Arizmendi Esquivel.
“Hoy comprobamos como las familias se descomponen más y más. El desastre moral del adulterio y del divorcio destruye los hogares”, comentó en su reflexión dominical.
El prelado añadió que en los medios de comunicación, en particular la televisión, presentan casi como “normal” la infidelidad, pareciera que los matrimonios que permanecen firmes y estables fueran los “raros”.
Además, continuó, hay personas, organizaciones y partidos que promueven cambios legislativos para que en México se aprueben civilmente las uniones de homosexuales y que éstos puedan adoptar niños, como lo hacen sociedades europeas decadentes.
“No aprenden de las consecuencias morales que sufren esos países a pesar de su desarrollo material. Quieren despeñar al país por una pendiente de libertinaje, con el pretexto de respetar la libertad de cada quien en su opción de “género”, como si Dios no hubiera hecho más que dos”, apuntó.
La desintegración familiar, dijo, también es causa de muchos problemas, por ejemplo, añadió, la mayoría de los delincuentes provienen de familias desintegradas.
Arizmendi Esquivel indicó que otro enemigo de la familia es el empeño por reducir drásticamente el número de hijos, como si la felicidad dependiera de que sean uno o dos, dicen “para darles lo mejor”.
Afirmó que las sociedades económica y materialmente más desarrolladas, no son más felices por el hecho de que tienen muy pocos hijos, a quien dan todo y de sobra. Allá también hay violencia, asesinatos sin sentido y cada día más suicidios.
“La felicidad no depende de la abundancia de bienes materiales, sino de amar y ser amado en un hogar bien integrado, donde hay un buen trato entre padres, hijos y hermanos, comunicación y ayuda mutua”, puntualizó.