En torno del pino de Navidad un trenecito eléctrico da vueltas y más vueltas.
Los niños, arrobados, pegan sus rostros al vidrio del aparador y contemplan aquella maravilla. Entre esos niños estoy yo. Siete años es mi edad, y ni siquiera anhelo tener en mi casa aquel prodigio. Sería como anhelar tener en ella a Dios.
En torno del pino de Navidad un trenecito eléctrico da vueltas y más vueltas.
Está en la sala de mi casa, y mis nietos contemplan sentados en el suelo aquella maravilla. Es otro tren eléctrico el que ven, pero sentado entre ellos yo miro el mismo tren que puso prodigio en mi niñez.
Da vueltas y más vueltas el trenecito eléctrico. Y da la vida vueltas y más vueltas.
¡Hasta mañana!...