"... Porque no hubo lugar para ellos en la posada...".
Por eso nació Jesús en un pesebre.
Los mexicanos tenemos nueve posadas. Si son auténticas no deben ser para nosotros, sino para el Niño Dios. Han de tener la humana alegría del convivio; pero sin que falte en ellas la hondura de la fe. De nada sirven las celebraciones de estos días, serán vacuas y carentes de sentido, si nos apartan del entrañable misterio navideño, por el cual Dios llega al hombre para llevar al hombre hacia Él.
Música y baile, sí, como en las jubilosas celebraciones bíblicas; manjares y regalos que manifiesten la alegría del corazón. Pero en el fondo el gozo de la promesa realizada y la intención de merecer ese supremo regalo: el del Amor.
¡Hasta mañana!...