Cuando los peregrinos llegaron al portal ya estaban ahí los animales -la mula y el buey- como en espera del prodigio.
Lo mismo, cuando el hombre llegó ya estaban en la Tierra las demás criaturas.
En ambos eventos veo un símbolo: la naturaleza precedió a la historia humana y a la Historia de la Salvación. Ésta, por tanto, nos incluye a todos. Dios vino para el hombre, pero de seguro su amor llegó igualmente a la mula y el buey, al caballo, el elefante y el camello. Todos somos la vida. Para todos será la nueva vida.
Digo esto porque creo que también hay Navidad para el Terry, mi amado perro cocker. Parece presentirla, y con ojos de luz añade resplandor al árbol navideño. Su inocencia es la de un niño, la de un árbol, la de una piedra... Quisiera tener yo tal inocencia. Sería entonces un portal humilde, y merecería la visita de las bestezuelas de Dios, y de Dios mismo.
¡Hasta mañana!...