Los evangelios apócrifos narran una leyenda encantadora: para escoger al esposo de María el sacerdote repartió varas entre los pretendientes. Sólo la de José reverdeció, y le nacieron galas de hojas y de flores.
Yo amo la figura del carpintero. Por muchos siglos fue un personaje desvaído. En las escenas de la Natividad aparecía siempre en un rincón, iluminado apenas por la tremosa luz de una pequeña lámpara. Pero él es también parte del misterio. También él dijo: "He aquí el esclavo del Señor". Venció dudas humanas y oyó la voz del ángel como la oyó María, y fue la suya una entrega tan plena como la de aquella que aceptó ser puente para que lo divino llegara hasta lo humano, y puente también para que el hombre pueda llegar a lo divino.
En mi casa acabamos de poner el nacimiento. Sin que nadie me viera yo coloqué a San José, que había quedado -como siempre- atrás, un poco más delante.
¡Hasta mañana!...