La nostalgia es bella, pero engañosa. Nos hace olvidar lo ingrato para que todo tiempo pasado sea mejor.
-No llueve ya como antes -dice la gente grande en el Potrero. Y sin embargo nadie recuerda haber visto los cerros vestidos con esta gala de verdor, ni tanta agua corriendo por el río, ni las cabras tan gordas, ni las besanas en las labores tan a punto.
¡Con qué razón se dice que la esperanza es verde! En el rancho, cuando llueve en la tierra llueve también en el alma. "¡Qué feo está el tiempo!" masculla la gente de ciudad bajo la lluvia. "¡Qué hermoso tiempo!" decimos en el campo al ver llover.
Sigue lloviendo... La gota que cae del cielo se filtrará en la tierra para nutrir sus senos. Saldrá el agua -saldrá la vida- por el pezón enhiesto de la noria, y beberé esas gotas que ahora miro caer y danzar un instante fugitivo en las piedras del patio.
Dios es bueno. Si no lo fuera no llovería nunca. Llueve ahora como ayer. Como siempre.
¡Hasta mañana!...