El incrédulo le pidió a San Virila que hiciera algún milagro para poder creer. Le preguntó Virila:
-¡Amaneciste hoy a un nuevo día?
-Sí -respondió el escéptico.
-Primer milagro. ¿Tuviste un pan en tu mesa?
-Sí.
-Segundo milagro. ¿Hay en el mundo una mujer que te ama, y a la que amas tú?
-Sí.
-Tercer milagro. ¿Tienes hijos?
-Sí. Tres.
-He ahí tres milagros más. Y todos esos milagros que te dije los tienes cada día. ¿Necesitas más para creer?
El hombre se alejó. Por el camino iba contando todos los milagros que lo rodeaban y que él no había sido capaz nunca de ver.
¡Hasta mañana!...