Aquel hombre quería saberlo todo. Los hombres quieren saberlo todo, aunque en el fondo saben que acerca de lo que realmente importa no pueden saber nada.
-¿Por qué quieres a tu niño? -preguntó el hombre a una mujer-. ¿Lo quieres porque es hermoso? ¿Porque está sano? ¿Porque es bueno? ¿Porque es inteligente?
-No -respondió la mujer-. Si fuera feo; si estuviera enfermo; si fuese malo o tonto lo querría igual. Quizá hasta más.
-Entonces ¿por qué quieres a tu niño? -volvió a preguntar, desconcertado, el hombre.
Y respondió la mamá:
-Porque es mi niño.
¡Hasta mañana!...