Nuestros meses tienen nombre de dioses: enero por Jano, marzo por Marte, Junio por Juno; o de antiguos romanos poderosos: Julio por César, Agosto por Augusto. Si no, su nombre corresponde a una numeración que ni siquiera es ya la nuestra: septiembre, octubre, noviembre, diciembre no son el séptimo, octavo, noveno y décimo mes de nuestro año.
Más poéticos fueron los hombres de la Revolución Francesa. Furiosos jacobinos, no creían en los dioses ni en los reyes. Cambiaron el nombre de los meses y los bautizaron de acuerdo con la naturaleza: abril era Floreal; agosto, Fructidor; octubre, Brumario; diciembre, Nivoso; marzo, Germinal.
Cada día va creciendo en mí esta convicción: mientras más se apega el hombre a la naturaleza más se acerca a la verdad. Y más se acerca también a la poesía, que es la más bella forma que toma la verdad.
¡Hasta mañana!...