-¿Comparadas con quién?
Llegaron sin anunciarse y me espetaron sin más esa pregunta:
-¿Comparadas con quién?
Les pedí que se identificaran.
-Somos las comparaciones. Seguramente ha oído usted esa manida frase según la cual todas las comparaciones son odiosas. Odiosas ¿comparadas con quién?
-Lo siento -dije yo-. No puedo responder a esa pregunta.
-¿Por qué? -me reclamaron con enojo.
-Porque todas las comparaciones son odiosas -respondí.
Se fueron sin despedirse, y una de ellas me hizo una señal obscena.
De veras: todas las comparaciones son odiosas.
¡Hasta mañana!...