El nogal grande está junto al camino. En el invierno lo miré sin hojas; lleno de brotes en la primavera; frondoso en el verano y cargado de frutos en otoño.
Ahora los vareadores están en su labor de hacer caer las nueces. Tomo una y pienso que si la quiebro saldrá de ella un resplandor: el de todos los soles que recogió el árbol en sus hojas, y un manantial: el de todas las aguas que su raíz bebió.
El cielo y la tierra enteros caben en el pequeño fruto. Una nuez es la síntesis del universo. El que la mire -si sabe mirar bien- en ella verá a Dios. Yo comeré las nueces como quien comulga. Todo es eucaristía.
¡Hasta mañana!...