-Soy el tiempo pasado -habló solemne-. Permítame que me haga presente.
Quise saber en qué podía servirlo.
-Dicen de mí que siempre fui mejor -me respondió-, pero no es cierto. Yo también tengo mi pasado, y en él pasaron muchas cosas malas. La gente las olvida; hace de mí un paraíso de nostalgias. En el pasado, sin embargo, pasó lo mismo que pasa en el presente. Eso de que todo tiempo pasado fue mejor no puedo yo pasarlo. Diga entonces a sus lectores, por favor, que todo tiempo pasado fue igual.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que vi al tiempo pasado, y lo noté algo triste. A riesgo de parecer indiscreto se lo manifesté.
-Es cierto -reconoció apenado-. No soy el mismo de antes.
Suspiró con hondura y dijo luego:
-Todo tiempo pasado fue mejor.
¡Hasta mañana!...