HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
Terminó el Señor de dar vida a todas las criaturas. Le faltaba únicamente la obra maestra: la criatura que señorearía sobre todas las demás.
Tomó un poco de barro y formó al hombre. Le infundió luego su aliento, y el hombre cobró vida. Todos los seres de la creación se maravillaron ante el recién llegado. Todos, menos uno.
Era un insecto a quien Adán no le gustó. Así, dijo al Señor:
-¿Qué clase de animalejo es éste? No tiene la fuerza del elefante, o las garras del león, o la ligereza del ciervo. Ni siquiera posee seis patas como yo, que le permitan estar firme para no caer. ¿Y así dices que a todos nos dominará?
Eso dijo aquel insecto a su Creador. Y más le dijo:
-Creo, Señor -opinó con marcada irreverencia-, que metiste la pata.
-No es ésa la única pata que puedo meter -le contestó el Señor.
Hizo un leve ademán y despidió al insecto. Confundido, pero muy firme sobre sus cien patas, se retiró el ciempiés.
¡Hasta mañana!...