L U N E S
La Casa del Anciano, obra que, lustro más, lustro menos, allá por los mediados del Siglo XX el doctor don Samuel Silva, con el concurso del Club de Leones de Torreón, hiciera posible en esta ciudad, poniendo su servicio en manos de Madres de la Orden de los Ancianitos Desamparados, ha dado fin a su vigésimo segundo Bazar de los dos que viene haciendo anualmente, el de primavera en abril y el de otoño en noviembre.
Un grupo de damas voluntarias se encargan de organizarlos año por año, en un fatigoso trabajo de recolección y selección que les lleva varios meses, para cada uno, y la venta en sí que realizan en cuatro días cada vez.
Se trata, pues, de un voluntariado como el de las damas que van todo el año a coserles su ropa.
La singularidad de estos bazares es que son de doble beneficio, el ya dicho para la propia Casa del Anciano, y el que se ofrece a los compradores por la realidad de sus bajísimos precios a que son marcados los diferentes artículos, única forma de que algunos de ellos puedan ser adquiridos por quienes, de otra manera, acaso jamás pudieran tener acceso a ellos.
Tanto la Casa del Anciano, como sus voluntarias y las Madres de los Ancianitos Desamparados han pedido a esta columna dar las gracias de su parte a todos aquellos, donadores y compradores, que han hecho posible el éxito obtenido este año en esta obra de beneficio, lo que “Mirajes” hace con mucho gusto.
M A R T E S
Debe haber sido así todos los años, y uno se sorprende de ello todavía porque nadie quiere tener recuerdo tan desagradable permanentemente en su memoria. La cuestión es que repugnan esas luchas de los senadores capitalinos y diputados provincianos para obtener, por lo pronto, la autorización de un jugoso aguinaldo y, enseguida, la aprobación de un provechoso aumento de su salario mensual a partir de ya. Si algunos saben, además de Hacienda cuál es la situación económica del país en este instante, son precisamente ellos, la gente de nuestros Congresos y, en atención a ello uno se pregunta cómo es posible que no desconociéndola se atrevan a exigir los aumentos que están pidiendo y que, además, puede que consigan, pues “como México no hay dos”.
Todo este año se ha ido en quejas de todos los gobiernos, del municipal hasta el federal, pasando, por supuesto, por el estatal, que aunque el nuestro en un momento dado hiciera declaraciones de que de centavos andaba bien, no pasó mucho tiempo sin declarar, que no tan bien. ¿Cómo es posible, pues, que ante tales circunstancias senadores de allá y diputados de acá luchen por aumentos millonarios, cuando miles de sus representados andan con el Jesús en la boca, sin que a ellos esto les preocupe mayormente, porque piensan que primero es lo primero, y que lo primero son ellos.
Ahora que el frío es anunciado para mañana miércoles como muy crudo, estos representantes deben pensar en lo despiadado que será para muchos de los que con su voto los elevaron al sitio que ocupan, creyendo acaso, en que algo harían en su favor, y lo único que hacen, según se ve, es beneficiarse de su posición. Lo que asombra es que los gobiernos que pocas veces tienen para amparar a quienes la vida ha tratado mal, por lo regular casi siempre tienen para favorecer las exigencias de sus senadores y diputados que, entre otras cosas están fuera de órbita. Ojalá en esta ocasión se ajusten a un aumento y aguinaldos razonables para unos y para otros, y que no crean que el Niño Dios nació sólo para ellos.
M I É R C O L E S
No fue inesperado; al frío lo venían anunciando para este día y cuando nuestra ciudad despertó esta mañana se lo encontró de pronto, los más al meterse al baño y abrir la llave del agua fría. ¡brrr! Si la naturaleza a lo largo del año nos da de todo, días placenteros y días insoportables, ¿qué diablo le metió en la cabeza al hombre esta tontería de la guerra?
Cuando se va hacia los libros de historia uno ve en ellos claro que fueron hombres carismáticos los que deslumbraban con su fulgor a cientos y miles de sus contemporáneos que habiéndolos conocido desde que eran nadie, su fuerza física, su inteligencia, su astucia les elevaron hasta los tronos, y los seguían porque les permitían el pillaje.
Hoy nos hemos civilizado. A los soldados ya no se les permite el saqueo. El saqueo es una exclusiva de los países que declaran las guerras, y de sus gobiernos que de antemano saben por qué van a ellas y dónde está lo que quieren. Ya no hay héroes a los que se quiere imitar, y menos con estos fríos; pero vestir uniformes sigue siendo un atractivo para muchos jóvenes de ambos sexos que los visten como si se vistieran de patria, que cada vez es menos patria y más negocio.
J U E V E S
Hablando de guerras, se cuenta de Francisco I, rey de Francia en la primera mitad del siglo XIV, que fue derrotado por Carlos I en la batalla de Pavía y conducido prisionero a Madrid, donde se firmó después entre los dos monarcas la que fue llamada Paz de Madrid.
De aquel cautiverio real (relativo cautiverio, pues el prisionero fue tratado con todos los honores debidos a su alto rango), se cuentan diversas anécdotas. Cuenta una de ellas que, ya prisionero el rey de Francia, se le acercó un arcabucero español y le dijo:
Señor, sepa vuestra majestad que ayer, cuando supe que hoy se daría la batalla, hice seis balas de plata y una de oro para mi arcabuz; las de plata para seis de vuestros “musiures” y la de oro para vos. Usé muchas de plomo para vuestros soldados, y cuatro de las de plata para cuatro “musiures” que se me pusieron a tiro. Me sobraron las otras dos y la de oro, que no os pude disparar, pues no os eché la vista encima en toda la batalla. Pero os la destinaba y aquí la tenéis, para que os sirva de ayuda en pago de vuestro rescate, que su peso es de una onza y bien puede valer ocho ducados. Se dice que el rey de Francia aceptó la bala y la guardó después de agradecer su buen deseo al arcabucero español.
V I E R N E S
Durante la guerra de Secesión el general Sherman amenazó con su pistola a un oficial a sus órdenes que no le obedecía. Y le gritó que la próxima vez le mataría.
Lincoln visitó después aquella compañía. El general Sherman era su amigo y Lincoln le conocía muy bien. El oficial presentó sus quejas al presidente. El general Sherman, le dijo, me amenazó con pegarme un tiro.
Conozco muy bien al general Sherman, contestó Lincoln y, si le amenazó, lo más probable es que cumpla su amenaza. Así, pues, cuidado.
Eso fue todo.
El 14 de abril de 1865 Richmond cayó en poder del ejército del norte. Aquello significaba el final de la guerra. Lincoln dio órdenes para que no se tomaran represalias con los vencidos. Después de comer dio un paseo en coche con su mujer y le contó todos sus proyectos. Le gustaba hacerlo, pues al contarlos los iba construyendo. Por la noche, estuvo en el teatro, en la función a beneficio de una actriz. Y allí se oyó un grito: ¡Muerte a los tiranos! Lincoln acababa de ser asesinado en el palco presidencial. El asesino logró desaparecer, gracias al tumulto provocado por lo ocurrido. Después fue detenido y en la cárcel se suicidó.
S Á B A D O
Las grandes noticias de esta semana han sido, sin duda alguna, el regreso de Córdoba Montoya al PRI, y la lealtad del partido hacia la líder priista Elba Esther Gordillo.
El partido, ya se sabe, contento hasta las cachas por el regreso de uno y el silencio de la otra, tan sabia como Don Quijote en eso de que “lo mejor es no menealle”.
En el infierno, donde yo creo que desde hace siglos y siglos el diablo, al darse cuenta de que nada tenía que hacer en este mundo en el que la televisión impera, rumía en un perdido rincón sus mejores triunfos, haría lo mismo si alguno de sus grandes perversos se le hubiera ido y lo recobrara.
De todas maneras los mexicanos, por mal que la estemos pasando, nos damos cuenta de que el que fuera partido oficial dijo y redijo que estaba cambiando sus métodos, pero, ¿cómo puede hacerlo conservando a sus mismos hombres y llamando o recibiendo a los que por esto o aquello habían dejado de ir?
Y D O M I N G O
En México son más que frecuentes las metamorfosis políticas que nos reducen al estupor sin agotar por eso nuestra capacidad de asombro, nuestra sed de sorpresas.