L U N E S
No cabe duda de que todos los aspirantes a administrarnos municipalmente, y que se han pasado estas últimas semanas corriendo de un lado a otro saludando sonrientes a todo mundo, levantando en brazos a niños mocosos besándoles los cachetes para que en recuerdo de tales afabilidades el domingo en que usted lea esto, antes o después de hacerlo, vaya a darles su voto, se pasan de optimistas.
Y no porque espere de parte de usted lo dicho, sino por eso de la administración; es decir, meterse con los centavos, organizarlos, distribuirlos, hacer obras, gastarlos bien, según eso. Digo, porque resulta que la mayoría de las noticias que a centavos se refieren están del otro lado, es decir, son de un pesimismo subido. ¿Por qué cree usted que en los últimos tiempos tanto proyecto (ideas nunca nos han faltado) de los que se ha hablado, en eso se quedan e inclusive algunos que se han comenzado se han quedado a medias? Porque los pesimistas tienen razón de serlo. El último fracaso de que se da noticias es el de las ladrilleras. Se habló con entusiasmo de su modernización, que fue aprobada. Y ahora resulta que “dijo mi mamá que siempre no”, por la sencilla razón de que no hay dinero, porque el dinero en que se pensaba gastar en ello se gastó en Saltillo.
Y eso es lo que va a administrar la persona que salga electa para ello el domingo que usted lea esto: Aspiraciones, entusiasmos, proyectos, a menos que desde el primer día aclare las cosas con nuestra capital.
M A R T E S
Como dice Toño, la diferencia está en que antes, incluso los políticos, aspiraban como todos, con excepción de los mineros, a no morir sin haber dotado a los suyos de una “casita”. La “casita” era la aspiración máxima de todo hombre que había nacido en una de renta.
La “casita” era, claro, para cada quien algo diferente, de acuerdo a como se había vivido hasta ese día. Con el tiempo, a partir de que los primeros políticos audaces probaron que en el gobierno se pueden violar ciertas reglas, ciertos procedimientos, beneficiándose con ello, sin que pase nada, el concepto de “casita” no sólo creció, para ellos, creció para todos. Y ahora el que piensa en una “casita” para amparar a los suyos piensa en una casa en serio. Los que tienen con qué no piensan en ella, la hacen y se acabó. Los peligrosos son los que no tienen con qué, son audaces y están en algún gobierno.
Cuando ocurrió ese cambio que acabó con los principios de los abuelos, comenzaron los fraudes, lo mismo en los gobiernos que en las grandes empresas. Todo porque, ya metidos en gastos sin que pase nada, siguen adelante vistiendo interiormente la casa con todas esas novedades que la civilización ha puesto de moda y otras que son de ostentación, como los automóviles, que no basta con uno, cuando menos dos.
A estos defraudadores, digámosles menores, no les pasa nada acaso porque son comprendidos por sus superiores (ejemplos sobran) que desde hace un cuarto de siglo vienen haciendo lo mismo pero a lo bestia en la Ciudad de México, donde han sido un espejo para la provincia.
M I É R C O L E S
Lo que se debía hacer con los aspirantes a administrar, ciudades, Estados y a la república misma, es probarlos antes como tales administradores.
Cuando Ruiz Cortines anduvo de campaña le llovieron chistes sobre si todavía o ya no, y el que primero reía de ellos era él. Pero, fueron tantos, que un día les aclaró: Bueno, muy bien, pero, aclaremos: ¿me quieren para presidente o para semental?
Por eso digo lo de la prueba como administradores. Algo así como lo de los talentos bíblicos. Que se le diera a cada uno de los candidatos X meses antes, no más de un año, determinada cantidad de dinero a cada uno, igual a todos para ver quién la administraba mejor. Vencido el plazo, mejor que las urnas sería ver el resultado con auditoría y todo.
Si alguno hubiera que no devolviera nada, no sólo quedaba probado que como administrador no servía, sino que sería castigado con la cárcel, no por haberlo perdido sino por engañarse a sí mismo aspirando a algo para lo que no tenía la menor aptitud.
De los otros dos ganaría el que tuviera mejores resultados, con la ventaja de que esa campaña no costaría lo que cuestan las actuales.
Porque administrar también quiere decir, vigilar estrechamente el dinero para evitar que se lo lleven de una manera o de otra los audaces, incluidos los diez porcenteros que en ninguna administración faltan.
Por ahora, que gane el mejor.
J U E V E S
La Guadalupana se va a ver estos últimos días en aprietos para atender los ruegos de cuando menos tres de los candidatos, pues los otros con una filosofía muy deportista se dirán que han ido no a ganar sino a participar, a hacer borlote y hacerse notar un poquito a costa de otros, y eso les basta.
Los aprietos de nuestra virgen se deberán a que siendo ayer el último día en que los candidatos y sus partidos podían rascarse con sus propias uñas y echarse los unos a los otros para no faltar a la costumbre, a partir de hoy tienen que callar y permanecer con los brazos cruzados, así que no les queda más remedio que elevar los ojos al cielo y con toda la fe que puedan tener, unos más otros menos, pedirle a la Virgen de Guadalupe aquello por lo que tanto han luchado los últimos meses; pero, como los tres piden lo mismo: la misma presidencia, la misma oficina, la misma silla, y ninguno está dispuesto a dividir entre tres, ni siquiera los mismos gobernados, que están dispuestos a aceptar lo que sea, su buena o mala fortuna, pero completa, el problema para la Patrona es serio.
Y como todos han dicho que si ayer se hubiera votado ellos, cada uno, sería el ganador, la virgen va a tener que descubrir a los mentirosos soltándolos de sus manos, dando oportunidad de sobresalir al que tuvo la suerte de decir la verdad, hombre o mujer.
Y como todo, también esto de las elecciones, pasará. Poco hemos de vivir si no llegamos a saber el nombre de quién se lleva el triunfo.
V I E R N E S
El pintor italiano Amadeo Modigliani nacido en 1884, desde 1906 vivió en París. Nunca logró triunfar durante su vida. Es uno de los casos más evidentes del éxito que llega demasiado tarde, después de la muerte.
Modigliani nunca consiguió mejorar su mala posición económica gracias de sus cuadros. Y poco después de su muerte ya se pagaban por ellos precios muy altos. Ahora, un Modigliani auténtico vale una fortuna.
En París le ayuda algo la dueña de un bistro (taberna o tasca), una tal señora Weil. Allí, en los sótanos de su establecimiento, Modigliani hizo una primera exposición de sus obras; mujeres desnudas casi todo.
Intervino la policía y la señora Weil fue detenida y encarcelada, aunque poco después la dejaban en libertad. Modigliani daba entonces uno de sus cuadros por una comida. Cuadros por los que ahora se pagarían millones.
Modigliani murió a los 36 años. Vivió siempre en la mayor pobreza y en lucha contra la enfermedad que le consumía. Estaba tísico. En 1917 a los 33 años se encontró en París con una condiscípula de la Escuela de Bellas Artes, Jeanne Hébuterne. Tampoco a ella le iban muy bien las cosas. Se casaron y lucharon los dos contra la pobreza y la enfermedad. Tuvieron un hijo.
Modigliani murió en el hospital de la “Charite”. Había nacido en Italia, en Livorno, y sus últimas palabras fueron: ¡Italia! ¡Mi querida Italia! Su mujer se suicidó el mismo día del entierro.
S Á B A DO
A estas alturas todavía se habla del problema de las tenencias, problema que no es tal sino un problemón. Son algo así como 25 millones de pesos que han dejado de entrar en la Recaudación.
Es muy notorio la cantidad de automóviles cuyos dueños no pagan y que por lo tanto andan sin placas. Es imposible dejar de verlos, representan automóvil más, automóvil menos, la cuarta parte de los muebles que transitan por nuestra calles y bulevares. Es decir, que hacen uso de lo que Torreón ha hecho para que transiten quienes pagan oportunamente sus tenencias, y ellos lo hacen sin pagar un centavo.
En la Recaudación, claro, saben todo lo que hay qué hacer para obligarlos a cumplir con esa obligación, incluso el embargo del automóvil.
La cuestión es que si esto sucede, sucede pocas veces, pues el adeudo sigue firme, no baja.
Esto de las tenencias es como todas las cosas, hay que tener mano firme para cobrar. Mientras esto no suceda, lo único que va a suceder es que en el futuro, en lugar de bajar el número de deudores, siga aumentando, que es lo que ha venido ocurriendo.
Y D O M I N G O
México debe ser país de muchos hombres responsables, no de un hombre solo sujeto a los peligros del poder. CARLOS LORET DE MOLA.