El mundo actual enfrenta nuevos retos que amenazan su orden y existencia, particularmente la de los seres vivos y de entre ellos, como aparentes promotores del desastre mundial, sobresalimos los seres humanos.
Hoy en día, nadie dudamos que la sana ecología, en todos sus nichos, está gravemente amenazada.
Los bosques y las aguas del mundo son consumidos, destruidos o dañados como recursos, que aunque renovables, difícilmente podrán recuperarse por sí solos, esto si tomáramos en cuenta que real y efectivamente nos ocupemos en resolver el problema.
Pocos atienden el grave mal; oímos a las autoridades ecológicas hablar del desorden y trasformar los datos en argumentos que nos confunden, presentándonos números que por ser elevadísimos poco nos representan. Somos seres que debemos tener referencias para cuantificar y calificar.
Quizá sea más eficiente la información entregada en forma ejemplificada, leamos un caso que nos compete.
Los grupos indígenas del norte de México, incluidos los que moraban en la Comarca Lagunera en el siglo XVI, desaparecieron en menos de 250 años por la depredación humana, capacidad destructiva que día con día seguimos cultivando y hasta sofisticando, y que desde siempre aplicamos efectivamente.
La presencia de grupos colonizadores en La Laguna alteraron el ecosistema del semidesierto al colocar barreras en lo que antes eran espacios abiertos, impidiendo así el tránsito de personas y animales, favoreciendo con ello su extinción.
Esos mismos colonizadores trataron de contener los ríos de la región, lo que lograron en parte, dando lugar a la fuerte disminución del recurso de la pesca y alterando el medio, que hasta antes de su arribo contaba con múltiples depósitos de agua que se vertía en lagunas y pequeños estanques que albergaban peces y permitían beber a una gran cantidad de animales terrestres.
Hoy no existe esa cantidad de agua ni la diversidad de la flora de entonces, tampoco la variedad de animales que hace tan sólo unos cuantos siglos existían.
También cazaron irracionalmente, acabando con especies como el venado, sumando a la lista de extintos a carnívoros como el puma y el lobo, y hasta al mismísimo coyote que sobrepoblaba a La Laguna y ahora se le ve sólo ocasionalmente.
Terrenos cercados y cultivados, así como el desarrollo de la ganadería y minería fueron la base del éxito de los colonizadores del siglo XVII. El costo: la disminución de recursos alimenticios de los grupos indígenas, que sumado a la presencia de enfermedades transmisibles como viruela y sarampión traídas por los invasores y hasta los asesinatos cometidos en masa, dieron lugar a la desaparición de nuestros antecesores. La misma suerte corrieron fauna y flora del semidesierto
El hombre confirma ser el lobo del hombre y causa probable de su desaparición sobre la faz de la Tierra.
Nunca tan pocos seres vivos lograron tanto en tan corto tiempo. Hace dos millones de años existían, más o menos, cuatrocientos mil sujetos; hace un millón de años cerca de ochocientos mil; treinta y cinco mil años atrás había unos seis millones de homo sapiens, y diez mil años atrás, unos ocho millones; hace 6000 años, ochenta y seis millones de personas y en el siglo XX sumábamos alrededor de seis mil millones de humanos; todos, unos más y otros menos, depredadores y altamente agresivos hacia los sistemas ecológicos; si no lo cree así revise los datos sobre la atmósfera y la pérdida de ozono.
Aún así, seguimos discutiendo neciamente sobre las reservas de agua, en ocasiones buscando cómo seguir explotando el recurso irracionalmente y otras francamente burlando la ley.
Ya ni qué decir de la destrucción de la flora y el abatimiento de la fauna del desierto de Aridoamérica, incluida La Laguna; bástele recordar las noticias de las últimas semanas para que confirmemos el egoísmo y salvajismo de nuestros conciudadanos.
Mucho tendremos que cambiar los adultos, los jóvenes y niños, trabajar a favor de nuestro planeta; empecemos ya, tomando conciencia de nuestra realidad y trabajando en detener el daño, porque de lo contrario viviremos la enorme tragedia de ¡morir de éxito! ydarwich@ual.mx