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Mueren despepites y el campo se va con ellos

FRANCISCO I. MADERO, COAH.- Una de las agroindustrias que tuvo un importante nivel de calidad en la producción de algodón, la cual producía hasta 40 mil toneladas, el despepite Díaz Ordaz, actualmente se encuentra en el abandono, además de obligar a los campesinos a buscar recursos para mantener a sus familias en otras regiones.

La industria Díaz Ordaz inició sus funciones en el año de 1984, la producción por cada uno de los campesinos por hectárea era de 3 a 4 toneladas, con una inversión aproximada en ese tiempo de 10 mil pesos, en la actualidad se lleva un total de más de 20 mil pesos en cada hectárea.

El municipio de Francisco I. Madero cuenta con 5 mil ejidatarios, por lo que si estuviera trabajando la industria algodonera Díaz Ordaz, se produciría un promedio aproximado de más de mil 500 toneladas, generando además fuentes de empleo para los habitantes del municipio, así como a gente de otras ciudades.

Causas del fracaso

Según Vicente Arellano Mora, director de la Secretaría Técnica de Proyectos Productivos de la CNC, el despepite fue decayendo por problemas políticos, cuando lo trabajaban los cenecistas y los perredistas del municipio, los cuales formaron una asociación de ejidos, desatándose algunos problemas internos por malas administraciones entre los miembros de la asociación, lo que originó una inconformidad a tal grado que se formó un conflicto social, entre ambos socios.

Por tales hechos, la agroindustria fracasó, se apoderaron los perredistas de la industria, planeando las estrategias para hacer que se trabajara de la manera más correcta y productiva, pero según Vicente Arellano desafortunadamente hubo malos manejos que ocasionaron que hasta la fecha dicha empresa se haya convertido en un elefante blanco.

Además de los problemas políticos y los malos manejos, tuvo mucho que ver la suspensión de créditos que se suscitó en el año 1988 y 1989, los cuales se les quitaron a todos los ejidatarios de la Comarca Lagunera, por parte de la banca oficial, la suspensión de crédito se debió a que las normas y directrices del Banrural, marcaban que todo aquél que tuviera adeudo con la banca crediticia, no iba a tener el servicio, motivo por el que la mayoría de los ejidatarios a causa de los malos manejos internos de la institución crediticia, como también de los líderes representantes de los agrarios, cayeron en corrupción, en el que había cierta corresponsabilidad entre acuerdos del Banco de Crédito Rural y los mismos líderes.

Los acuerdos que se tenían eran que si se autorizaba un 100% de recursos para el campo, un 50% se quedaba en manos del personal de Banrural y el otro 50% llegaba al campo: “Al campesinado no le bastaba que se le entregara solamente el agua y la tierra, que fueron los logros del año 1936, sino que también hizo falta que se nos capacitara con cursos de administración, contabilidad, legislación agraria y algunos otros aspectos fundamentales, como la maquinaria agrícola, para conocer el funcionamiento de la misma, además del adiestramiento en asistencia técnica para las siembras y desarrollo de los cultivos agrícolas como era el algodón, el maíz, el frijol, el trigo, la alfalfa, la cebada, los viñedos que existían, los nogales, entre otras, faltó capacitación en esos tiempos para que el agro mexicano funcionara bien”, explicó el director de la Secretaría Técnica de Proyectos Productivos de la CNC.

Suspensión de créditos, descapitaliza a ejidatarios

Después de que suspendieron los créditos automáticamente el campesinado de la Comarca Lagunera dejó de sembrar el cultivo que por antigüedad es el medio de supervivencia del campesino, porque es un cultivo que durante todo el año, la gente se ocupa, ya sea para la preparación de la tierra, para los fertilizantes, para los insumos, para el insecticida, además de que el cultivo permitía generar aproximadamente entre 250 ó 300 pesos semanales, que servían para la alimentación de la familia de los ejidatarios, era poco, pero los campesinos salían adelante con sus familias.

La pizca, era una fuente de trabajo para los maderenses, es la mano de obra del campesino, actualmen-te se cambió el trabajo del ejidatario por máquinas, lo que ha ocasionado que los trabajadores de la pizca, salgan a buscar oportunidades e ingresos a otras partes de la región e incluso a ciudades lejanas.

Los mini ciclos

En los años en los que el despepite se encontraba en su máximo nivel de producción de algodón, había mayor fuente de trabajo, pero esto se debía a que el agua de la presa El Palmito, estaba a su máxima capacidad, que son 3 mil millones de metros cúbicos, y por cuestiones políticas se decidió abrir las compuertas de la presa y el agua fue derrochada, yendo a parar directamente a La Laguna de Mayrán.

A partir de ese entonces dejó de llover y se empezó a sembrar en mini ciclos, lo cual significa que en 10 años, de 1992 al 2002, se han sembrado de 10 a 50 hectáreas, incluso hubo una temporada en la que se sembró 1 hectárea, durante ese ciclo se sembraron pocas superficies, aquí el espacio laborable es de 4 hectáreas con derecho al riego en cada ejido y cuando la presa está llena se riegan hasta 3 hectáreas, variando entre 1, 2 ó 3 hectáreas por ejidatario.

La falta de agua ocasionó dichos problemas, la poca superficie que pertenecía a los ejidatarios, la sembraban del cultivo básico, como el maíz y el frijol, pero sólo en ciertas ocasiones; cuando se contaba con los recursos. Algunos otros decidieron rentar los derechos.

Obstáculos para iniciar el reactivar

A causa de todos los factores que se mencionan, los campesinos ya no siembran el algodón, ya que al no tener los materiales directos, el despepite Díaz Ordaz no tiene manera de trabajar, por eso se le llama “Elefante Blanco” porque no hay manera de producir los materiales.

Otro de los factores por los que la planta no está funcionando son: el primer obstáculo es la cancelación de los créditos, segundo, el problema político que se convirtió en un problema social, consecutivamente, la falta de agua en la presa El Palmito, después se forman los mini ciclos y desaparece la materia prima, por lo que el campo lagunero entró en crisis.

No se han hecho gestiones para volver a echar a funcionar el despepite, pero las personas que tienen en su poder dicha agroindustria realizan asambleas constantemente y toman sus acuerdos, de los cuales se desconocen los términos de las reuniones: “No hemos tomado la situación de intervenir en las decisiones que se toman en las asambleas, porque en un principio los perredistas reconocen a la gente que ha estado participando internamente, además de que hubo una acta constitutiva de socios por parte de la unión de ejidos, y la industria quedó en manos de ellos”, agregó Vicente Arellano.

Las maquilas; fuentes de trabajo

Pedro del Toro Pedrosa, comisariado ejidal del ejido El Venado y ex trabajador del despepite, destacó que la mayoría de las personas después de que dejaron de sembrar sus tierras, se metieron a trabajar a las maquiladoras y ahora todas las comunidades del municipio dependen de las maquiladoras, ése es el medio de vivir actualmente.

Las tierras en las que sembraban, las rentan a las personas que tienen dinero para trabajar las ciertas áreas de una hectárea, incluso dichas personas no siembran algodón, sino forrajes. Únicamente en el municipio de San Pedro, se siembra el algodón actualmente y en poca proporción, alrededor de unas 1,500 hectáreas.

En el municipio se sembraban 5 mil hectáreas, de las que producían 200 mil toneladas de algodón, además de esa plaza en el año de 1986 y 1987 funcionaba la planta de Madero. El cultivo del algodón generaba muchos jornales de trabajo, por ejemplo, si un ejidatario sembraba sus 2 hectáreas, de ahí salía para mantener a su familia, cuando existían los créditos en Banrural, éste les asignaba una cuota de 500 o 600 pesos por semana, más trabajos que se generaban por cultivar el algodón, ya en el proceso y recolección de la fibra se sacaba más, ya que en las pizcas el que era más rápido, ganaba más dinero.

El reactivar el cultivo del algodón, viene a resolver los problemas económicos y sociales del campesino, pero eso depende de que la presa Francisco Zarco y la del Palmito, estén a su mayor capacidad.

En ese tiempo se contemplaban 5 mil ejidatarios, los cuales sembraban 2 hectáreas cada uno, y se producían 40 mil toneladas de algodón, por lo que habría suficiente fibra para que se maquilara en el despepite de esta ciudad, generando mano de obra para el campesino y produciendo cerca de 8 mil o hasta 10 mil pacas.

Sus mejores tiempos

La agroindustria Díaz Ordaz, era una de las mejores plantas que a nivel comarca tenía mayor capacidad y mejor promedio en cuanto a fibra, era una de las mejores plantas que rendían un buen porcentaje de algodón.

Se obtenían altos grados de hasta 37 ó 38 %, y de semilla un 34 ó 35%, lo que significaba un gran logro y rendimiento, de una tonelada de peso llegaban a salir 460 kilos de pluma. Actualmente los cultivos han bajado de calidad por la poca agua con la que se cuenta, lo cual ha ocasionado problemas, debido a la falta de calidad del algodón que en aquellos años, se levantaba.

El colapso algodonero fue otro de los problemas, cuando hubo mucha producción de algodón en la Comarca Lagunera, y en otras partes como Sonora, Sinaloa y Estados Unidos, entre otros, se sembró una gran cantidad de algodón: “Esto es como la oferta y la demanda, al haber mucha demanda del algodón se vino abajo el producto, además de que se estuvo comprando a un precio muy bajo, a tal grado que se convirtió en un trabajo incosteable, porque no se pagaba la inversión o los costos de producción que se ocasionaban por hectárea, por lo que también se dejó de sembrar”, agregó Pedro del Toro Pedrosa.

En los buenos tiempos, había trabajo, la gente tenía para solventar los gastos básicos como la alimentación y el vestido de sus familias, venía gente hasta de otros lados, La Laguna era generadora de empleo en aquellos años, tanto para gente de fuera como a los ciudadanos coahuilenses.

“Caras vemos... pero tristes, porque nuestros hijos son los que la llevan, porque les tenemos que dar alimentación, vestido, educación y no hay medios para poder producir, en ocasiones venimos a esta ciudad y no tenemos para comprar, ni lo básico”, añadieron ambos entrevistados y ex trabajadores.

Sin duda hace falta más apoyo por parte del gobierno mexicano, especialmente para la Comarca Lagunera, ya que es la zona que se encuentra más abandonada en el ámbito del cultivo del campo y del desempleo en la gente campesina de las diferentes zonas de la región.

En el abandono

Actualmente las instalaciones del despepite Díaz Ordaz se encuentran en el completo abandono, además de utilizar algunas de las bodegas que quedan en buen estado, para guardar todo tipo de cosas, que nada tienen que ver con el trabajo que anteriormente, se desarrollaba en dicha industria.

Al cuidado del edificio se encuentran varias personas, que además de “cuidar” del edificio, cuidan de la información que se puede generar sobre las condiciones en las que se encuentra el edificio, sus encargados y para lo que se utiliza actualmente.

La desaparición del cultivo algodonero en la región, dejó un gran número de perjuicios, especialmente a la gente campesina de las comunidades de la Comarca Lagunera.

Consecuencias que dejó la desaparición del cultivo algodonero:

· Ambruna.

· Desempleo.

· Venta de parcelas.

· Baja de ventas en el comercio a nivel municipal y regional.

· Éxodo de campesinos a otras regiones.

Fuente: ex socios de la despepitadora.

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