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Música, recuerdos, llanto y comida en los panteones

TORREÓN, COAH.- Las tradiciones son las tradiciones. Miles de familias se reunieron en torno a las tumbas de sus difuntos durante la celebración del Día de los Muertos y a las afueras de los cementerios hubo de todo; caos vial, vendedores ambulantes de cañas, antojitos y hasta hot cakes y demás.

“Obscura soledad estoy viviendo, la misma soledad de tu sepulcro”. Las canciones que hablan de recuerdos y las preferidas en vida por los difuntos, se dejaron escuchar en todos los panteones, ya que los músicos, sabedores de las tradiciones mexicanas, acudieron a ofrecer sus servicios y tuvieron buen día, pues hubo trabajo para ellos.

Días antes, las autoridades municipales habían anunciado por un lado que no se permitiría la venta de alimentos callejeros, pero por otra parte Plazas y Mercados extendió 350 permisos a comerciantes ambulantes que se instalaron en los cinco panteones de la ciudad.

El agua también quedaría prohibida al interior de los camposantos, aunque de igual forma, fue utilizada por muchas de las personas para limpiar las lápidas y colocar flores, de acuerdo a las tradiciones, aunque sí hubo ciertas restricciones.

El acceso en vehículos al interior del panteón Jardines del Tiempo, estuvo permitido para aquellas personas mayores de edad o con alguna discapacidad física que les impidiera caminar entre la gran cantidad de gente y automóviles que había a las afueras.

La venta fue de nueces, cañas, aguas frescas, gorditas, coco, tacos de vapor, burritos, hot cakes, frituras, dulces y flores, muchas flores como el Cempazúchil, Mano de León, Nube y Margaritas, en manojos de 20 y 15 pesos.

“Véngase, aquí sí le echamos las flores”, “cañas, cañones, buenas y baratas”, gritaban los vendedo-res al paso de las personas que llegaba o se retiraban del panteón.

Los elementos de la Dirección de Seguridad Pública comisionados para controlar el tráfico vehicular, fueron insuficientes ante la gran cantidad de automóviles, camionetas y camiones que llegaban a los diversos panteones y no encontraban lugar para estacionarse.

El paso, tanto de los peatones como de los vehículos, se hacía muy lento en las cercanías de las entradas a los cementerios, lo que hacía que los rayos solares calaran aún más, pues era difícil encontrar lugares sombreados.

Desde muy temprano, al filo de las 7:00 horas, comenzaron a llegar las familias a los cementerios, los cuales se vieron abarrotados hasta casi al caer la noche del 2 de noviembre, Día de Muertos.

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