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Musulmanes afectados por actos de Bin Laden

Reuters

El Cairo, Egipto.- El militante islámico Osama bin Laden dijo que quería abrir una brecha entre los musulmanes y Occidente. Un año después del 11 de septiembre, el presunto autor intelectual de los ataques en Washington y Nueva York parece haber logrado algún avance.

La llamada “calle árabe” está bullendo ante lo que percibe como “una guerra contra el terror” de Estados Unidos cuyo el blanco es el Islam. Los gobiernos están a la defensiva, tratando de apaciguar a las masas y mantener una alianza estratégica clave con el principal mediador de la región.

Mientras tanto, los lazos árabes con Estados Unidos se han resquebrajado y en muchas capitales árabes hay frustración porque Washington parece hacerse el sordo a las advertencias de que su política para el Oriente Medio podría crear un caos en una volátil región.

Entre la espada y la pared

“Comprendemos el sentimiento de una superpotencia que está herida. Estuvimos dispuestos y aún lo estamos a ayudar a combatir el terrorismo en todas partes, pero al mismo tiempo no podemos ser las víctimas a causa de Bin Laden y Al Kaidah”, dijo un exasperado funcionario árabe, expresando un punto de vista muy compartido.

Cuando secuestradores sauditas, egipcios y de otros orígenes estrellaron los aviones que secuestraron en Estados Unidos el 11 de septiembre, su blanco era Occidente, pero muchos árabes creen ahora estar sufriendo las consecuencias. La frustración se ha transformado en un antiamericanismo en aumento.

“Septiembre 11 afectó a la región más que a Estados Unidos porque cambió la política en el Oriente mundo árabe”, dijud al-Rayyes, de 40 años en la universidad de donde trabaja. En abril, los estudiantes irrumpieron en la universidad desafiando una prohibición a las manifestaciones.

dentro del campus universitario y rompieron cristales de un restaurante Kentucky Fried Chicken cercano, como forma de protestar por lo que perciben como una inclinación de Washington hacia Israel.

Tales protestas han ocurrido sólo esporádicamente en Egipto y otros países árabes desde el 11 de septiembre, pero son una medida de la indignación de los manifestantes cuando incluso han desafiado prohibiciones en la conservadora Arabia Saudita, donde expresiones públicas de ese tipo son muy raras.

A principios de este año, manifestantes sauditas desfilaron en el exterior del consulado estadounidense en la ciudad de Dhahran.

Estado y Público

Como quizás podría predecirse, los funcionarios árabes alegan que sus políticas coinciden en gran medida con el airado público.

“No hay diferencias entre el gobierno y la opinión pública en este país. Ningún tipo de brecha”, dijo el portavoz del gobierno egipcio, Nabil Osman.

Esa no es siempre lo que piensan algunos ciudadanos, sin embargo. “El gobierno egipcio no quiere perder la ayuda de Estados Unidos, así que se hace el sordo al pueblo”, dijo el joven de 18 años Mohamed Ezzat Mohamed.

Aún así, algunos analistas dicen que la división no es tan amplia si se toma en cuenta que la política estadounidense se ha concentrado recientemente en asuntos en que hay amplio consenso entre las autoridades y el público.

“Hoy existe un consenso en el mundo árabe de que Estados Unidos se está alineando injustamente con Israel y que una guerra contra Iraq es una mala idea”, dijo el comentarista libanés Michael Young.

“Así que la brecha es más cerrada entre los regímenes y la sociedad de lo que era antes del 11 de septiembre cuando muchos regímenes apoyaban a Estados Unidos aunque la sociedad árabe no simpatizaba realmente”, dijo.

Sin embargo, los gobiernos han descubierto que se dificulta tratar de mantener lazos saludables con Washington, que les ofrece garantías defensivas clave a los estados del Golfo Pérsico y ayuda financiera a Egipto, Jordania y otros.

“Creo que las relaciones de todos con Estados Unidos han caído en picada, excepto los israelíes”, dijo Rosemary Hollis, directora del programa del Oriente Medio del Real Instituto de Asuntos Internacionales de Londres.

En la mira

Arabia Saudita, el mayor productor de petróleo del mundo y viejo aliado de Estados Unidos, ha caído en la mirilla mientras trata de librarse de la “culpa por asociación”, por ser el lugar de origen de unos 15 secuestradores del 11 de septiembre y el país de nacimiento de Bin Laden.

Muchos sauditas se sienten blancos injustos de los informes de prensa estadounidenses, que culpan al sistema de educación saudita y a las autoridades religiosas de alentar los sentimientos antioccidentales.

“Arabia Saudita es la nación más afectada por estos acontecimientos, ya que sus ciudadanos son acusados aunque el gobierno saudita y el pueblo saudita no tuvieron participación”, dijo el empresario saudita de 54 años Hilal al-Hamdan.

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