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Asunción, Paraguay.- Paraguay vive la Navidad en pleno verano, con altas temperaturas que bien podrían llevar a que Santa Claus haga su tradicional recorrido desde el Polo Norte enfundado en una cómoda camiseta y pantalones cortos.
Aun vistiendo ropa apropiada para la estación y llevando abundante agua para beber, Santa Claus o Papá Noel terminaría sudoroso su maratónico recorrido, en una celebración que los paraguayos viven en familia.
La Navidad es una fiesta que cada familia la celebra de acuerdo con sus posibilidades económicas, pero ni en los más humildes hogares pasa desapercibida y padres, hijos, nietos y otros miembros se congregan en un casa previamente acordada.
En torno al tradicional pesebre que recuerda el nacimiento de Jesús y también al arbolito, los paraguayos renuevan cada año los votos de felicidad para todos, se hacen augurios para los últimos días de diciembre y el próximo año.
Los católicos llegan a las iglesias para la misa de Navidad y con el paso de los años la hora de inicio de las eucaristías se fue adelantando porque así permite a la gente llegar a tiempo antes de la medianoche a los puntos de reunión y empezar la cena navideña.
Los paraguayos han ido adoptando también como tradición el intercambio de obsequios en la Noche Buena, demostrando que Paraguay también fue absorbido por las nuevas tendencias provenientes de las grandes sociedades de consumo.
La severa crisis económica que sufre esta nación sudamericana hará seguramente que las compras navideñas sean más moderadas y hasta modestas este año, ya que los comerciantes están marcando la diferencia con épocas recientes donde había mayor poder adquisitivo.
De cualquier manera, con recesión o sin ella, la Navidad no deja de ser una celebración muy enraizada en el pueblo y sobre todo en los cristianos, que reviven cada año el nacimiento de quien muchos miles de años antes se proclamó rey de los judíos e hijo de Dios.
El menú de las cenas navideñas en este país varía según los estratos sociales: puede ser abundante en las bien dispuestas mesas de los hogares de personas pudientes y mucho más modesta en los de niveles medio para abajo, o en esencia, cada familia rescata de la conmemoración del nacimiento de Jesús el sentido de unidad y solidaridad de las personas ligadas por vínculos sanguíneos, y en muchos casos, no importante qué se va degustar y beber en la Nochebuena.
En la mesa de los ricos no faltan los platos basados en carne de pavo, cerdo o res, además de bebidas que van desde el whisky hasta la champaña, pasando por los mejores vinos importados. De postres tienen helados, budines, flanes, ensalada de frutas y cremas.
Eso suele degustar la gente pudiente en Paraguay, como los políticos, los funcionarios de gobierno, los empresarios y terratenientes.
La mesa del resto de los paraguayos es pródiga en carnes de res y aves, arroz, papa, ensaladas y, quizá, carne porcina y hasta bovina, para lo cual los ciudadanos del interior, en especial, preparan sus animales domésticos desde muchos meses antes.
Entre las bebidas, abundan las espirituosas, como vinos de variadas calidades, cervezas y el clericó (preparada con vino, una especie de sangría a la que se agregan trozos de frutas, como naranja, manzana, banana y durazno, entre otras), preferentemente.
No faltan los preparados típicos, como la famosa sopa paraguaya (torta de maíz y queso), el chipá guazú (chipá grande, hecho de choclo y muy parecido a la sopa), y a nivel de postres, dulces y miel con queso o con maní.
La gastronomía, así, forma parte de manera importante de las festividades navideñas, durante las cuales se come y se bebe en mayor cantidad que de costumbre.