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Noches de Paz, ¿noches de tristeza?

¿Tiempo de concordia y amor? ¿Fechas entrañables? ¿Días de felicidad? No todos perciben estos sentimientos "universales y obligatorios" durante las Navidades. Algunos se deprimen y otros sobrellevan entre la euforia y la resignación, con una mezcla de ilusión y tristeza, estos días de desequilibrios gastronómicos y emocionales. Todos los ?antídotos? para sobrevivir a las Fiestas.

Todo alrededor, desde los carteles, adornos, y la ropa, hasta las comidas, las tiendas y las televisiones, se llena de luces y colores brillantes, de rojo y oro. Proliferan los anuncios de juguetes, cava y turrones, las campañas de ayuda al Tercer Mundo, los aguinaldos, las postales de amigos y empresas, las campañas festivas y ornamentales de los ayuntamientos en las calles.

No cabe duda: la Navidad llega. Y para muchas personas traen sentimientos y valores positivos, como la bondad, solidaridad, felicidad y alegría. Pero no todos comparten ese espíritu navideño: en esas fechas el estado de ánimo de muchas otras personas puede sufrir una alteración del ánimo, de sentido negativo: sienten tristeza, amargura, vacío e incluso depresión.

¡Felices fiestas! ¿Tristes fiestas? Cada año, unas fechas que son alegres por naturaleza se convierten por diferentes motivos en signo de congoja para muchas personas. Viudas, huérfanos, enfermos, ancianos abandonados, desplazados, refugiados y pobres no pueden soportar la ?alegría por decreto? de Navidad.

¡FELICES FIESTAS!, ¿O TRISTES?.

Mientras cientos de millones de personas festejan y celebran la Navidad en todo el mundo, otros muchos millones encaran estas fechas con un signo de tristeza porque durante el año transcurrido algún familiar dejó este mundo y aún le guardan luto, o debido a otras razones que les quitan el ánimo para disfrutar nada.

Internos en las cárceles, enfermos crónicos en los hospitales, ancianos en los asilos e infinidad de desterrados, refugiados políticos o pobres, se sienten poco propensos a celebrar.

Otra mucha gente que no tiene familia o no le importa, que no cree en los grupos de juerguistas, que no quiere ser entusiasmada artificialmente en nombre de la solidaridad del consumo, tampoco admite alegrarse por decreto, ?por imperativo legal".

?Las empresas de mercadeo, los equipos publicitarios de los grandes almacenes, los intereses económicos de numerosas y colosales empresas industriales y comerciales imponen el "espíritu de la Navidad" y quien ose sustraerse a él será tachado de hereje, descastado y asocial?, señalan los escépticos.

Una encuesta reciente efectuada en España, entre 1.200 personas mayores de 18 años, ha mostrado que una de cada diez personas (una entre cinco entre los mayores de sesenta años) experimenta sentimientos de tristeza y melancolía durante las fiestas de Navidad. Algunos psicólogos reconocen que para las personas con algún signo depresivo ?no hay mayor tristeza que ver alegres a los demás sin poder participar de esa alegría?.

ALEGRIA POR IMPERATIVO SOCIAL...

Mucha gente que no está a gusto se esfuerza por hacerlo mejor y, para que no se preocupen sus familiares, entra en el juego de la felicidad por decreto. Ceden a la llamada general a la felicidad y han de hacer tremendos esfuerzos para conseguirlo. Pero el resultado puede ser negativo, ya que estos individuos pueden sufrir, después, crisis severas porque los demás no comprenden por qué ellos no se sienten ?tan alegres como los demás?.

El psiquiatra Joaquín Santo Domingo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, asegura que "las personas introvertidas e inseguras socialmente sufren más en estas fechas. Querrían mostrarse felices y envidian la diversión ajena, que son incapaces de alcanzar, lo que crece su sensación de fracaso".

Entre los que se esfuerzan por acomodarse a la felicidad impuesta socialmente hay dos grupos: los primeros consiguen, sacando fuerzas de flaqueza, remontar el nivel medio de alegría externa y carcajadas. Otro grupo no lo consigue y padece sentimientos de culpa y se reduce su autoestima, lo cual puede llevarle al alcoholismo o incluso al intento de suicidio.

La publicidad de turrones, cava y regalos en los medios de comunicación fomenta ?sentimientos fabricados? que dañan a muchas personas.

La psicóloga Norma Ferro rechaza el abuso sentimentaloide de la publicidad que invita en estas fechas de forma insistente a hacer algo especial, como ver forzosamente a la familia, hacer compras por encima de las propias posibilidades o beber alcohol sin demasiado control.

QUERER SONREIR Y NO PODER.

"Conozco gente -señala Norma Ferro- que llora viendo los anuncios de televisión, porque no siempre los hijos vuelven a casa por Navidad". Socialmente, se entiende mal que una persona joven no haya tenido un lugar donde pasar la Nochevieja, y no haber cenado junto a la familia en Nochebuena parece propio de personas desgraciadas, señala otro especialista.

De ahí que algunos individuos hagan esfuerzos sobrehumanos por encontrar alguien con quien pasar esa noche y otros, tremendamente sentimentales, sufren muchísimo cuando ven a otros que no tendrán compañía familiar o de amigos en la fiesta.

Según algunos expertos, se ha fomentado excesivamente este llamado "espíritu de la Navidad", que nada tiene que ver con el auténtico del pesebre de Belén, y sí con el negocio. La Navidad ha dejado de ser la conmemoración del nacimiento de Jesús, para convertirse en una fiesta del consumo. Pero hay gente empeñada en vivir tal como mandan los cánones sociales.

De hecho, aún en las personas no depresivas, las fiestas pueden producir una ansiedad que posteriormente traerá resaca. Los niños pasan por esta ansiedad en la noche de Reyes y se sienten muy tristes desgraciados si esa noche no reciben regalos.

LA SOLEDAD, UNA MALA COMPAÑÍA.

?Además, las noches de fiesta navideña, se agudizan los procesos psiquiátricos y la soledad se nota más. Hay muchas personas que sólo quieren hablar, se sienten muy solas y nos llaman. Es muy triste, pero no podemos hacer otra cosa", explica un trabajador del servicio de urgencias de un gran hospital de Lima.

Según los psicólogos ello es consecuencia del mimetismo: si todo en el mundo dice que esa noche hay que estar acompañado de seres queridos, uno acaba por creérselo y puede desesperarse si no lo logra. Muchos buscan en el alcohol la alegría que no sienten, y las urgencias de los hospitales a abundan los casos de intoxicaciones etílicas, aumentan los intentos y casos de suicidio, así como la cantidad de depresiones.

Está bien celebrar fiestas de tipo social y colectivo -dicen los psicólogos-, pero a condición de que nadie se sienta obligado.

Mucha gente se ve obligada a pasar la Nochebuena separada de su familia o de sus amistades, la mayoría de las veces por razones de trabajo, y la mayoría de las veces se organiza una pequeña fiesta para que ellos no se sientan desgraciados. Pero, según los psicólogos, sería mejor que ellos se negaran a celebrarla de esta forma obligada, porque "su Navidad" puede ser celebrada cualquier otro día y donde a ellos les convenga.

A muchas personas la Navidad les entristece. Una causa frecuente es que son fechas propicias para echar en falta a seres queridos ausentes, aunque otras veces no se puede señalar una causa concreta. ?La tristeza es un sentimiento lógico y natural, contra el que no hay que luchar, pero que tampoco debe monopolizarnos?, señala la psicóloga Carmen Díaz Navarro.

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