(Décima primera parte)
Aunque en el presente, no todos aceptan por completo el curso de este proceso dividido en tales etapas por la Dra. Kübler-Ross, y han surgido nuevos estudios parecidos, con resultados diferentes, hay quienes de todos modos, han aplicado las etapas mencionadas a los padres que tienen hijos con enfermedades serias o defectos congénitos, descubiertos en el momento del parto o como recién nacidos. Ellos dicen, que al igual que en los enfermos terminales, estos padres deben atravesar por un proceso semejante de duelo, con las mismas etapas, ya que en el fondo se trata igualmente de una pérdida importante y de un proceso de luto. Ellos lo consideran así, pues como se ha mencionado antes, ese bebé ideal y perfecto con el que se alimentó la fantasía y los sueños “ha muerto”, o sea que no apareció, ni nació para llenar las expectativas de los padres y la familia. En su lugar está presente otro bebé, que no es el esperado o el deseado, que presenta problemas o defectos que tampoco se anticipaban, y para el cual, sus padres no estaban preparados. Por lo mismo, estos investigadores señalan, que los padres junto con el resto de la familia van a llevar a cabo un recorrido por dichas etapas de shock-negación, enojo-frustración, negociación, impotencia y depresión, para poder llegar finalmente a una etapa de resignación y aceptación del bebé. Ello les permitió reconocerlo como propio para poder ayudarlo y estimularlo en su desarrollo lo mejor posible y luchar también con los mejores recursos e instrumentos con que cuente dentro de sus posibilidades y su medio.
Se trata obviamente de un tema que hiere muchísimo las sensibilidades y que por lo tanto se tiende a esconder o evitar. Es un tema difícil de hablar abiertamente entre las parejas, un tema tabú inclusive para discutir con las parteras, los médicos, los pediatras o los ginecobstetras, y a veces ni siquiera con los familiares. Se trata de un tema que puede ser sumamente culpígeno, angustiante y vergonzoso, por la carga emocional que representa, precisamente como resultado de estas reacciones representadas en las etapas mencionadas. Un tema que en muchas ocasiones resulta demasiado complejo para enfrentar inclusive para tantos médicos y profesionistas del área de la salud. Y sin embargo es un tema actual, importante y completamente cotidiano dentro de los hospitales o del hogar, en donde diariamente nacen miles de criaturas a todas horas a lo largo y a lo ancho del país, lo mismo en instituciones públicas o privadas, criaturas muchos de ellos o ellas que pertenecen a esta categoría y con padres que tendrán que enfrentar tal experiencia.
El nacimiento de un bebé con problemas semejantes, pone definitivamente a prueba a sus padres, la fuerza moral, emocional y espiritual que poseen, así como los recursos económicos para afrontar los gastos de pruebas de diagnóstico, tratamiento, hospitalización, cirugías, etc. que pueden ser muy altos y prolongarse por muchos años; pero además sus recursos emocionales y sociales. Para enfrentar una experiencia tal, se requiere no sólo de una buena sino una excelente relación de pareja, con un vínculo fuerte, firme y amoroso que les permita enfrentar, asimilar y superar el impacto de esta crisis, así como del proceso de luto que se mencionaba, para poder dedicarse de lleno a su bebé y a las múltiples necesidades que presenta y que posiblemente presentará por un tiempo o para toda la vida. Una relación marital en la que la ayuda, el apoyo mutuo y el amor que exista entre ellos, la convierte en una valiosa relación complementaria en la que se pueda mitigar el dolor, la angustia y el sufrimiento lo suficiente para darles fuerza para luchar por la supervivencia del bebé y de su buen desarrollo dentro de las posibilidades existentes.
Existen muchas parejas con esa fuerza y firmeza, con ese temple, amor y constancia en su relación, que les permite apoyarse entre sí y unirse aún más para luchar por su bebé, en lo que consideran como un reto o una prueba que Dios o la naturaleza les ha puesto enfrente. Un reto que como muchos otros en su vida, serán capaces de enfrentar y salir adelante airosamente. Es así como esa fuerza, firmeza, temple, constancia y amor podrán ser canalizados en pareja hacia su bebé, en el esfuerzo cotidiano y en la lucha a largo plazo para proveerlo de lo que necesita y para ayudarlo en todo aquello que le sea indispensable para sobrevivir y llevar una existencia de lo más satisfactoria y completa posible, dentro de sus limitaciones.
La desilusión, angustia, desesperación, enojo, vergüenza, tristeza, culpa e impotencia que pudieron haber sentido inicialmente al recibir a un bebé que no era el soñado, se convierten en sentimientos del pasado, canalizados y superados mediante un proceso de duelo, que les permite enfrentar la nueva realidad, con nuevos sentimientos de optimismo, vitalidad, alegría, cariño y esperanza. El espíritu de lucha y de superación los puede mantener por ese camino, al valorar igualmente los otros rasgos, habilidades y virtudes de su bebé, a pesar del problema, del o los defectos congénitos que presente, o de la misma enfermedad grave. (Continuará).