Ayer se cumplieron dos años de que tomó posesión el presidente Vicente Fox, por lo que era obligado que, incluido él mismo, algunos de los principales actores políticos hicieran un balance de lo que han sido estos dos primeros años de la administración federal. Y como era de esperarse, se presentaron las visiones encontradas que revelan los claroscuros del primer sexenio de la transición mexicana.
Para el Presidente, no es posible que se cuestione con argumentos fundados “la legalidad, la autoridad moral y el sentido social de las decisiones y acciones” de su gobierno, de manera que quien critique a la administración federal, según el Presidente, lo hace sin argumentos sólidos, pues de acuerdo con su visión, todas sus determinaciones están sustentadas en la legalidad, la autoridad moral y provistas de un evidente sentido social.
En contrapartida están las opiniones de algunos gobernadores de oposición, como Alfonso Sánchez de Tlaxcala, Ricardo Monreal de Zacatecas y Andrés Manuel López Obrador del D.F. que califican a la actual administración como “desilusionante” o “más o menos”. Y hay quien afirma que “ni con el gabinetazo Fox ha dado respuesta a todo lo que ofreció”, con lo que descalifican las acciones de la administración encabezada por el ex gobernador de Guanajuato.
Es evidente que en uno y otro caso se tocan extremos, pues no todo lo que se ha hecho es malo, ni se hace cuanto se prometió que se haría; pero tampoco se puede afirmar que en nada se ha avanzado, pues hay logros y avances, sólo que las expectativas creadas por el propio Fox fueron tan grandes que ahora se le critica por no haber realizado en estos dos años una notable reforma de la administración federal. Sin embargo lo que no es bueno, es que se tenga la impresión de que poco, muy poco es lo que ha cambiado del viejo régimen.