El día de ayer dio inicio en Johannesburgo la Cumbre de la Tierra II, que tiene como objetivo lograr un desarrollo sustentable de nuestro mundo, pero en comunión con el medio ambiente, por lo que el tema central de esta reunión se ha denominado: “Gente, planeta y prosperidad”, por considerar que estos tres elementos deben de estar en equilibrio si queremos que la vida en la Tierra pueda alcanzar los mil años de paz de que se habla en algunas profecías.
La Gente está ahí, habitando diversos territorios y dividida por fronteras, idiomas, razas y credos, pero finalmente todos como seres humanos en busca de su propia felicidad, la cual no puede ser alcanzada sin un desarrollo personal y grupal que le permita satisfacer sus necesidades básicas y admitir que en el mundo existe una diversidad de personas, animales y plantas que deben vivir en sus propios “reinos” y en perfecta armonía unos con otros.
El Planeta, a pesar de lo que la humanidad ha hecho a lo largo de tantos siglos, sigue aquí soportando la acción del hombre que no acaba de entender que al atacarlo está socavando los cimientos de su propia existencia; porque sin Planeta no hay vida y sin ella todo ser tendería a desaparecer, como ya sucedió en un pasado remoto, a pesar de lo cual, se sigue atentando contra él al desoír sus propios llamados, que no son otros que los de la naturaleza de la que participa el hombre.
La Prosperidad es la gran ausente entre la mayoría de los pueblos del mundo, por una razón semejante a la anterior, aunque en este caso se puede estimar que la acción de los gobiernos juega un papel primordial, pues mientras que los países pobres mueren de hambre por la falta de recursos para atender sus necesidades fundamentales, los ricos dilapidan los suyos y continúan explotando los ajenos sin procurar una justa distribución de la riqueza, por lo que lo único que se puede esperar de la Cumbre es la reiteración de los consabidos reclamos que permanecen sin ser atendidos.