La declaraciÓn del presidente del Fideicomiso Regional para la Seguridad Pública, en el sentido de que en la actual administración municipal “se dedicaron a despedazar la labor y esfuerzo realizado” por el organismo, resulta desconcertante, inoportuna e incongruente. Desconcertante, porque Francisco de Urrutia se refiere a los involucrados en el rubro en cuestión, en tercera persona, como si el Fideicomiso que preside y él mismo, no fueran parte de la política gubernamental de seguridad.
La manifestación es inoportuna, porque la dura expresión denuncia una actitud negativa sostenida a lo largo del tiempo y no un hecho aislado, lo que habla muy mal del silencio que guardó el denunciante al respecto en los últimos dos años y diez meses. En forma incongruente, el Presidente del Fideicomiso releva de responsabilidad al ex presidente Salomón Juan Marcos, como si su intención fuera la de buscar un “chivo expiatorio” en los niveles medios o bajos de la administración.
El estado en que se encuentra el aparato de seguridad pública en Torreón y su rendimiento, está muy por debajo de las expectativas cifradas y de las grandes cantidades de dinero invertidas, lo que exige una explicación más clara. Compete dar dicha justificación al actual Presidente Municipal y al Director del área pero también y de manera muy especial, al Presidente del Fideicomiso que en forma por demás extemporánea y a última hora, rasga sus vestiduras.
En relación a los hechos comentados resulta evidente que la próxima administración municipal tendrá que revisar de manera puntual el estado que guarda la Dirección de Seguridad Pública Municipal. Expandiendo desde luego dicha revisión a las acciones desarrolladas por el fideicomiso, pues en la situación mencionada los integrantes de la misma tienen una responsabilidad frente a la ciudadanía.