El conflicto surgido en el Internado Hermano Tarahumara, a raíz de los cuestionamientos que algunos de los usuarios hacen a las normas de dicha institución, mueve a una obligada reflexión. Lo anterior porque el internado de referencia nació de la iniciativa particular de personas que con generosidad, se unieron en un proyecto solidario para brindar oportunidades a nuestros hermanos indígenas de las que están ciertamente necesitados.
El internado ofrece albergue a jóvenes de escasos recursos, de preferencia procedentes de comunidades indígenas, que llegan a nuestra ciudad con el objeto de continuar sus estudios de educación media y profesional. De acuerdo a la información que proporcionan los integrantes del Patronato responsable del internado, se ofrece hospedaje y alimentación sin costo a los usuarios, con la condición de que entreguen dos horas diarias de trabajo comunitario en apoyo al sostenimiento de la casa.
Pese a bondad de las intenciones y la eficacia del proyecto, han surgido expresiones de descontento, lo que desanima a los promotores hasta el punto que algunos de ellos desean abandonar el barco en medio de la tormenta. El trabajo del patronato no debe ser juzgado a la ligera, ni las críticas deben mover a escándalo, porque es signo de los tiempos el que en nuestra sociedad mexicana actual, todo se cuestione y se ponga a prueba toda labor, aún la mas encomiable.
En el camino de la solidaridad, son frecuentes el paternalismo extremo de los promotores, la ingratitud de los beneficiarios y la falta de comprensión y hasta la envidia de los terceros extraños. Cualquier cosa que en el caso esté pasando, lo importante es que se valore el esfuerzo de quienes han hecho una realidad el proyecto del internado, se analicen y resuelvan con madurez las impugnaciones y que todo esto, tenga como resultado una institución fortalecida.