Como una forma de buscar la implementación de un sistema que permita una mayor distribución de los ingresos federales a estados y municipios, la Secretaría de Hacienda está proponiendo la creación de nuevos impuestos a fin de tener más ingresos, lo que en algunos casos no está mal, pero en otros se pretende echar mano del eterno y simplista recurso de gravar aún más los exiguos ingresos de los causantes cautivos.
Dentro de las seis propuestas formuladas por la secretaría, destaca la que tiende a gravar con un cinco por ciento adicional la venta de tabaco y alcohol, a lo que difícilmente se opondría la mayoría de los ciudadanos, pues se trata de productos que entrañan conductas viciosas. Pero también las hay que serían de un alto impacto social, como la de gravar con diez centavos adicionales el litro de gasolina y la de modificar la ley para poder gravar el alumbrado público.
Esos dos rubros repercutirían de manera significativa en la gran mayoría de la población, pues al aumento ordinario de la gasolina se le sumarían esos diez centavos adicionales, lo que resultaría gravoso para todos los poseedores de vehículos, de manera especial para los de la clase media y baja, con el añadido de que inmediatamente se solicitaría y obtendría, por parte de los transportistas, un aumento al precio del transporte público.
Es bien sabido que la mayoría de la ciudadanía opina que no deben crearse nuevos impuestos, mientras la secretaría de Hacienda no demuestre que ha ampliado la base de contribuyentes obligando a pagar a quienes no lo hacen y evitando que las grandes empresas evadan impuestos, lo que redundaría en mayores ingresos sin necesidad de establecer nuevos rubros, pues de otra suerte las cargas tributarias seguirán pesando sólo sobre las espaldas de los causantes cautivos.